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Las proezas del Vasco de la Carretilla

Se llamaba Guillermo Isidoro Larregui Ugarte unió a pie Santa Cruz con el norte argentino. Pasó por Coronel Pringles dejando su impronta.  La segunda carretilla fue  construida y donada por vecinos de nuestra ciudad ciudad.

01/12/2016
Las proezas del Vasco de la Carretilla

Guillermo Isidoro Larregui Ugarte nació en Pamplona el 27 de noviembre de 1885 en el barrio de la Rochapea y llegó a Buenos Aires con solo quince años en 1900. Al inicio trabajó como marino. Después en la Patagonia fue peón en una petrolera norteamericana en la que estuvo hasta 1935. Ese año, y con cincuenta en su haber, durante una reunión con amigos hizo una apuesta que le cambió la vida y que lo convirtió en uno de los personajes más excéntricos de la Argentina. Su viaje a pie, remolcando una carretilla de 120 Kg., de peso desde Comandante Luis Piedra Buena, Santa Cruz hasta Buenos Aires (3000 km.) llegando 14 meses después fue una odisea Pero esto no terminó ahí: a esta travesía y con el mismo método de llevar una carretilla a cuestas realizo 3 viajes mas recorriendo en total ¡20 mil kilómetros!

En Coronel Pringles  inicia su segundo recorrido que finaliza en La Quiaca, Jujuy, en la frontera con Bolivia. (4.700 km), después de cruzar 7 provincias argentinas conociendo y comunicando gran  cantidad de pueblos que hasta hoy atesoran su recuerdo en la memoria popular

Una apuesta o una promesa lo puso en camino y recorrió 20 mil kilometros remolcando una carretilla. ¿Insensato? Quizás, pero también demuestra que todo lo que uno realmente necesita, cabe en una carretilla.

El 15 de septiembre de 1936, informaba EL ORDEN, sobre Guillermo Larregui, el Vasco de la Carretilla

“Guillermo Larregui, necesita de una lona y carretilla para llegar a Jujuy. ¿Qué comerciante español ha de negársele. Esperemos que dentro de unas horas algún comerciante nos comunique que para este vasco está a disposición una carretilla y una lona”, publicitaba EL ORDEN.

 

La carretilla fue construida en el taller del señor Antonio Fabrizzio, quien donó la mano de obra, conjuntamente con los señores Ramón Altónaga, José Calderón, Pedro Fabrique, Tomás Martínez y Luis Petey, que cooperaron para su total terminación.

La carpa la construyó el señor Alejo García con materiales donados por los señores Saturnino Matamoros e Hijos, Rafael Martinez, Daniel Rodríguez, Manuel Larrañeta, Evaristo Tonelli, Fermín Redín, Joaquín Llanos, García Diez, Lombardelli, Obregozo, Gregorio Cejas quien obsequió al raidista con una placa esmaltada con datos sobre el raid y nombre de los cooperadores del mismo que se adosó a la carretilla. Contribuyó también Arturo Otero con un juego de enseres y otras personas con dinero en efectivo.

Guillermo Larregui, el Vasco de la Carretilla, fijó como punto de salida el local de EL ORDEN. Después de dar la vuelta olímpica alrededor del field del club Argentinos, durante el match, dio a todos su adiós.

 

Las carretillas

 La carretilla tenía la base de 70 cm. x 110 cm. y 30 cm. de alto, con los siguientes objetos: carpa de 2,5 m de largo por 2 m de ancho; cama plegadiza, colchón y colcha. Herramientas completas, utensilios de cocina, calentador, juego de lavabo, cepillos, brocha, navaja y provisiones.

 

–La primera carretilla del vasco Larregui Ugarte quedó en el Museo de Luján porque él la donó.

La segunda la utilizó, entre 1936 y 1938, hizo un recorrido desde Coronel Pringles, hasta Bolivia. Desde Pringles, inicia su segundo recorrido que finaliza en La Quiaca, Jujuy, en la frontera con Bolivia. (4.700 km),  el 28 de diciembre de 1938, después de cruzar 7 provincias argentinas conociendo y comunicando gran cantidad de pueblos que hasta hoy atesoran su recuerdo en la memoria popular

–La tercera se la hicieron amigos de Trenque Lauquen y Beruti en 1943 y terminó seis años más tarde en Puerto Iguazú (Misiones), el lugar que sería su residencia definitiva. Se calculaba que, en total, ya había caminado más de 20.000 km.

 

En la imagen se observa la carretilla construida y donada en Coronel Pringles y la carpa. La chapa señala “Raid Coronel Pringles”, cuando había llegado a Santiago del Estero.

Alcanzó Iguazú en 1949, con 64 años, y allí obtuvo un permiso especial del presidente de los Parques Nacionales para instalarse dentro del parque, muy cerca de las cataratas. Despejó un claro en la selva, recogió cientos de envases y latas del cercano Hotel Iguazú y los rellenó con cemento para emplearlos como columnas y paredes de su nueva casa: una cabaña de duendes, metálica y multicolor, en la que guardó una sala para exponer fotografías y recuerdos de sus viajes y levantó un altar con latas y una imagen de la Virgen

Larregui vivió allí sus últimos quince años, sedentarios como los primeros quince de su vida. Se dedicó a pasear, recoger la basura que dejaban los primeros turistas, curar animales heridos y reunir colecciones de insectos, plantas y minerales que luego vendía.

Larregui fue tal vez el primer guía de las cataratas: Dicen que acompañó en los paseos a turistas de todo el mundo, a presidentes, ministros y embajadores, y algunos relatos le atribuyen el dominio del inglés, francés, italiano, alemán y holandés. Entre todas las latas le tocó una maldita: en 1964 el Vasco de la Carretilla comió algún alimento de lata en mal estado y al cabo de varios días lo encontraron muy enfermo en su casa. Murió en el hospital, a los 79 años, y yace en el cementerio de Puerto Iguazú. (Archivos EL ORDEN)

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