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A 200 años del Cruce de los Andes…

Pringlenses reviven la hazaña de San Martín

Furor por el Libertador. Las expediciones turísticas por la Cordillera son récord y cuatro jóvenes pringlenses Javier Cejas Ezequiel Erro,Cristina Bañasco y Jesica Sabatini desafiaron por seis días, las altas cumbres en un cruce aventura.

04/02/2017
Pringlenses reviven la hazaña de San Martín

Cuando suena el toque de diana, a las 7 de la mañana. De día, con 30 grados, y a la noche, en la llamada zona de Las frías, con mínimos grados. Arriba de las mulas, o caballos, que bordean sin dudar por el precipicio sin fin. Cuando el viento aparece de repente y pega fuerte en la cara. En las tormentas repentinas que traen aguanieve. En cada historia de tantos años que traen los baqueanos y los guías. Con el mareo de los 3.800 metros de altura. En el sabor salado de los guisos con charqui. Cuando los animales siguen el sendero con instinto, a pesar de que el jinete no se anime.
En las noches con miles de estrellas, que solo se contemplan acá. Cuando el abrigo no alcanza. Y en cada uno de los seis días que dura la expedición turística para recrear el Cruce de los Andes, aparece siempre la figura de San Martín y sus hombres. Está omnipresente. De eso se habla todo el tiempo, de la hazaña, de la superación, de las penurias de la odisea. No hay corazón ni cabeza que no se hagan la pregunta una y mil veces: "¿Cómo fue que estos hombres cruzaron Los Andes de la manera en que lo hicieron?".

Precisamente esta aventura fue la que concretaron 4 jóvenes de nuestra ciudad, en el Bicentenario del Cruce de los Andes, por el Paso Santa Elena. Se trata de Javier Cejas,Ezequiel Erro, ,Cristina Bañasco y Jesica Sabatini, que le gusta la aventura y conocer distintos lugares. Estuvieron en el Machu Picho, ahora en los Andes y piensan en su próxima odisea: cruzar a caballo un bravo rio de Corrientes.
En el transcurso de una entrevista realizada por FM Ciudad, en el programa Despertando en la Ciudad, conducido por Ricardo Giacone, los dos jóvenes contaron su experiencia. Ezequiel, más baqueano, porque se crió en el campo y conocedor de los caballos, pero los dos superaron la primera etapa, que no es fácil, para quien nunca ha andado a caballo.
"Primero nos fuimos para Mendoza, hicimos el cruce principal que está en Malargue,(Malargüe) por ahí pasó una de las columnas secundarias de San Martín. Fueron seis días a caballo, con seis o siete horas de cabalgata, lo que nos significó bastante. Llegamos a los 3.600 metros de altura. Para algunos, ya al llegar a Las Leñas, comenzaban a sentir la presión y se descompensaban", señaló Javier
Ambos jóvenes coincidieron que la buena organización y el servicio. "El primer comimos pollo a la parrilla, el segundo, chivo y al tercer día, con lo que sobró del chivo, el cocinero hizo estofado. Se tomaba agua de las vertientes, que son cristalinas. Éramos un grupo de 26 personas que cabalgábamos, seis guías, un cocinero, y un baqueano. Lo interesante es que esta excursión que la realiza una empresa privada, hace muchos años que está. La empezó el abuelo y ahora está el nieto, un chico de 20 años, gran conocedor de las montañas", manifestaron.
Es conocido que la travesía en sí, es exigente, pero apta para la mayoría. No hace falta ser un experto jinete (incluso muchos de los que están nunca se subieron a un caballo) ni tener un estado físico impecable. Hay que estar dispuesto a dormir en carpa, bañarse solo cuando se puede y confiar en la ayuda de los baqueanos, los guías y los animales.
Dicen que hay un antes y un después del cruce de los Andes, es un cambio en la vida de cualquier persona, y es precisamente los que sintieron estos dos pringlenses, que se preguntaban todo el tiempo, cómo es posible que San Martín y sus hombres, hayan hecho lo que hicieron, hace 200 años, casi sin equipamiento.
Al respecto contaron, que "Los senderos están todos marcados y las indicaciones era que todos debíamos cabalgar en línea, con las riendas sueltas, Llevamos poca ropa, ya que nos pidieron una muda puesta y otra de repuesto, más la bolsa de dormir. Fue un viaje extraordinario, un viaje aventura, como el que hicimos anteriormente para conocer Machu Pichu.
Ante la pregunta que venía ahora para explorar, señalaron Javier y Ezequiel, "tenemos en mente cruzar un río que está en Corriente y se cruza a caballo"
Aún llevan guardados en sus retinas, los siete días que estuvieron desconectados del teléfono y del mundo, conectados solamente con la gente que viajaban con ellos, y con los paisajes y los cóndores. El cruce de Los Andes a caballo es una aventura inolvidable e incomparable y esa sensación no la olvidarán jamás. Estuvieron un poco más cerca del cielo y de la libertad.

 

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