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Fieles rezaron a la Divina Misericordia en su ermita

Un nutrido grupo de fieles acompañaron el final del rezo a Jesús Misericordioso.  

24/04/2017
Fieles rezaron a la Divina Misericordia en su ermita

En el Segundo Domingo de Pascua, la Iglesia Católica celebra, también, el Domingo de la Divina Misericordia, fiesta instituida por el Papa Juan Pablo II en el año 2000. Por tal motivo, en el día de ayer, a las 15 horas como lo señala esta devoción, tuvo lugar el rezo a la coronilla de la Divina Misericordia en la ermita construida en un sector del predio de la estación de servicios ubicada en los Bulevares Padre Amirín (40) y Uruguay (25).

Hasta allí se llegaron un nutrido grupo de fieles que acompañaron al P. Ernesto Mendiondo durante el rezo de esta devoción que nace a partir de las visiones que tuvo de Jesús la monja polaca Sor Faustina Kowalska y que se sucedieron desde 1931 a 1938.

El P. Ernesto señaló que “después de haber rezado desde el Viernes Santo la novena a la Divina Misericordia, nos encontrarnos hoy aquí con mucha alegría, en este lugar tan importante donde hace 11 años hemos erigido con tanto cariño esta ermita (una de las primeras obras realizadas por el P. Ernesto a su llegada a Pringles) para ir poniendo en las manos del Señor Misericordioso todas aquellas cosas que son propias de nuestra fragilidad humana, de nuestro camino, de nuestra esperanza, de nuestra fe probada”.

“En este Segundo Domingo de Pascua –prosiguió- que es también el domingo de la fe, pidamos al Señor que no decaiga nuestra fe, sobre todo a través de la intercesión de sor Faustina Kowalska y de nuestro querido papa San Juan Pablo II que fue el propulsor de esta devoción extendida a lo largo y a lo ancho del mundo”.

Dijo también que “para el cristiano la misericordia tiene que estar presente día a día” donde “el Papa Francisco en el 2016, Año de la Misericordia, nos hizo tomar más conciencia, sobre todo con las obras de la misericordia corporales y espirituales, que están fundamentadas en las enseñanzas de Jesús; para que entendamos que el corazón que se deja iluminar por Cristo Resucitado no puede tener otra cosa que la misión de perdonar. Y así como somos perdonados, debemos tener misericordia unos con otros” porque “es lo único que salvará al mundo; este mundo que se desgarra por tanta violencia, tanta muerte, tanta injusticia”.

Los católicos “seguimos creyendo que la misericordia de Dios es la gran paciencia que Dios nos muestra en el corazón de su hijo para que, antes que sea demasiado tarde, podamos volver a Él”, concluyó. 

 

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