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Capilla Virgen de Fátima

Bendición de panes por San Antonio y plantación de un olivo

Cada 13 de junio la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Antonio donde, siguiendo una antigua tradición, se bendicen panes que luego la comunidad lo comparte con familiares, amigos o personas necesitadas. Primeramente se plantó un olivo en el patio de la capilla como compromiso de trabajar por la paz.

14/06/2017
Bendición de panes por San Antonio y plantación de un olivo

Ayer martes, coincidiendo con el centenario de la segunda aparición de la Virgen María a los tres pastores en Fátima, Portugal, y la fiesta de San Antonio de Padua se celebró la santa misa en la capilla del Barrio Roca, ceremonia que fue oficiada por el P. Ernesto Mendiondo.

Previo a la celebración eucarística, en el patio de la capilla de Fátima, el párroco local junto a chicos de catequesis, catequistas y algunos miembros de esta comunidad plantaron un olivo.

 

“Me parece un gesto muy lindo” –dijo el P. Ernesto- en torno a lo que estamos celebrando: los 100 años de la primera aparición de la Virgen de Fátima y hoy especialmente en el día de San Antonio. Y no es cualquier árbol el que se plantó, sino un olivo que fue lo primero que trajo la paloma después del diluvio; además el olivo para nosotros es muy querido porque lo tenemos también en el Domingo de Ramos y sobre todo como signo de paz” recordando lo que hizo el Papa Francisco en los jardines del Vaticano cuando plantó un olivo junto a un líder israelí y uno musulmán”.

Un “olivo que irá creciendo con la comunidad y en el día de mañana, cuando vean este árbol frondoso, se acuerden de este compromiso de paz por el cual tanto trabaja el Papa Francisco que es un don del cielo y que le preocupaba muchísimo a la  virgen en las apariciones en Fátima y que sin duda le sigue preocupando” donde “la paz es un trabajo de la Iglesia en todo el mundo”.

A San Antonio de Padua lo describió como “un hombre de paz, fraile humildísimo, un fortísimo predicador y amante de la eucaristía y de los pobres a quien repartía panes; incluso se los sacaba a los propios frailes que rezongaban por esto y que él respondía “vayan a la cocina que los panes están ahí”, a quien la Providencia siempre le devolvía con creces aquello que el daba, lo que constituye una enseñanza hoy para nosotros”.

Antes de la bendición final, el P. Ernesto bendijo los panes.

 

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