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Avion desaparecido

Matías Ronzano, el pibe que miraba el cielo

El caso del avión perdido puso de relevancia el nombre del joven piloto linqueño, un muchacho común que vivía feliz junto a su mujer y su hija, disfrutando de poder trabajar en lo que era el sueño de su vida. Hoy el país lo busca junto con los otros dos ocupantes de la aeronave, Emanuel Vega y Matías Aristi.

31/07/2017
Matías Ronzano, el pibe que miraba el cielo

Matías Ronzano siempre fue un pibe común, que soñaba con volar. Sólo con eso, volar. Hoy, todo el país lo busca junto a sus compañeros de viaje, Emanuel Vega y Matías Aristi. Los tres emprendieron un vuelo a bordo del avión Mitsubishi (matrícula LV MCV) perteneciente a la firma “Aibal SA”, que partió desde San Fernando con destino a Las Lomitas (provincia de Formosa). Cinco minutos después de haber despegado del Aeropuerto Internacional de San Fernando se perdieron todo contacto y rastro de la aeronave.

Nacido el 14 de noviembre de 1986 como el primero de los hijos de Luis y Silvia Contreras, Matías alternó su infancia entre Lincoln y Coronel Pringles. Con el curso de los años se instaló, junto con su madre y sus hermanos, Pía y Emanuel, en una sencilla vivienda del barrio Fonavi de Lincoln.

La escuela secundaria lo vio caminar los pasillos del Colegio “Nuestra Señora”, primero, para terminar el ciclo en la Escuela Normal. Su apellido es sinónimo de golf, ya que su padre y su abuelo han sido nombres importantes en la disciplina, aunque él no siguió el mismo camino. Tampoco el fútbol fue su fuerte, como sí lo es para su hermano, actual jugador de El Linqueño. Sólo el sóftbol estuvo entre sus actividades, a la que siempre promete volver.

Para el año 2005, “Maty” -como lo llaman sus amigos- terminó sus estudios secundarios mientras trabajaba en Estudio “Tres Group”, la empresa de sonido e iluminación de Lincoln que lo cobijó durante varios años y en la que cosechó grandes amigos. Dócil, con muchas ganas de aprender y gustoso de trabajar en equipo, fue creciendo entre cables, bafles y consolas. Pero su pasión estaba en otro lado, tal vez todavía oculta.

En marzo del 2010, junto con Hugo, su primo, realizó en Rosario un salto en paracaídas (con instructor). Ese hecho lo marcó definitivamente en su sueño de volar. Poco tiempo después inició las primeras averiguaciones para realizar el curso de Piloto y se gastó sus ahorros (y aún más) en un avión de aeromodelismo. De a poco se iba acercando a lo que después sería su medio de vida.

De tanto andar por el aeroclub, Matías se enteró de que buscaban a una persona para trabajar en el equipo del Plan Nacional de Manejo del Fuego. Su misión, hacer asistencia desde tierra a los aviones hidrantes. Eso significaba dejar Lincoln para recorrer el país y estar un poco más cerca de los cielos. Con ese trabajo conoció aeródromos y gente de la aeronáutica, a la vez que pudo comenzar a pagar el soñado curso de Piloto.

El dinero que Matías ganaba no lo pensaba en dólares, ni respecto de la inflación, ni mucho menos en un ahorro. Lo traducía en horas de vuelo. Así, juntando peso por peso, se fue pagando el curso, hasta que logró terminarlo.

Sumando experiencia, se convirtió en piloto privado y el 21 de enero del 2015 le fue otorgada la licencia como piloto comercial.

Trabajó para el reconocido Circo Rodas, habiendo llegado a volar por ciudades de Bolivia y habiendo hecho temporada en la costa argentina, piloteando el avión con la propaladora publicitaria.

En el 2016 dejó el circo y volvió a Lincoln. Ya en pareja desde hacía tiempo con “Anyi”, la inminente llegada de Margarita le hizo replantear su trabajo. Pero una propuesta de una empresa de Pehuajó le volvió a dar la chance de volar y, en este caso, cerca de su casa. Así fue que retornó a los cielos durante varios meses. A fines de septiembre nació su hija, lo que marcó uno de los hitos más importantes de su vida.

Por otra parte, las horas de vuelo le fueron dando la posibilidad de rendir para ser piloto de aviones más importantes -en este caso, con cabina presurizada-.

En marzo de este año, la empresa “Aibal SA” de Bragado lo sedujo con la chance de volar el coqueto avión Mitsubishi. El resto es historia conocida.

Hoy, el país está en vilo por las apariciones de los tres jóvenes que despegaron desde San Fernando y, cinco minutos después de estar en el aire, desaparecieron.

Lapostadiario

 

 

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