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Estancia "La Montaña": De vieja tapera a Pulpería

Un verdadero paraíso. Los propietarios de la Estancia "LA MONTAÑA" en las Sierras de Cura Malal reciclaron una antigua Tapera para convertirla en Pulpería, tienen además un museo único sobre los indios pampas que allí habitaron.

23/01/2018
Estancia "La Montaña":  De vieja tapera a Pulpería

Vivir en las sierras templa el espíritu y crea una forma de soledad más generosa, llegar hasta la Estancia La Montaña es un desafío para la visión, que no sabe dónde posar su atención, las Abras se descubren a la vuelta de cada curva, el camino penetra en el valle y antes de llegar al casco, un pequeño bosque de macluras advierte: "Sh! Escuche el sonido del silencio" estamos en La Montaña, donde la familia Méndez recicló una antigua tapera para hacerla pulpería, haciendo realidad un sueño.
El turismo rural premia con belleza pero exige entrega, los caminos rurales golpean el cuerpo, cansan, pero cuando se sube por el cerro y se ve la alfombra de macluras verdes, maduras, en la puerta del casco, la piel se eriza: un jardín de árboles coloridos nos reconforta, el verde del pasto salpicado de hojas doradas, halagan el paisaje y protegen una casa que expulsa tímidamente una columna de humo, detrás las sierras de Cura Malal dan el marco final de un cuadro perfecto..
Sus propietarios, Francisco y su hija Dinora Méndez, juntos lograron su sueño: recuperar una vieja tapera que volvieron Pulpería para ofrecer un té, picadas y delicias de campo, a los pies de los cerros, y en el centro de la paz rural.
El incontable silencio se cruza con un amigable aroma floral. El mundo de los Méndez es particular. A veces los pumas bajan por las noches a enseñar a sus crías a matar y a sobrevivir en la naturaleza.
A pesar de que la estancia parece ser el último bastión de la humanidad, del otro lado de las sierras y más allá, hay otras estancias perdidas en el mar de la soledad.
Un refugio hecho de piedras sirve de hospedaje para los aventureros que son felices aquí, y para los equipos de arqueólogos que llegan a investigar el gran secreto de la estancia: fue una antigua toldería de indios pampa que acá se honra en un Museo único con una colección hipnótica.

Francisco contó: "Estoy acá desde 1968, siempre me gustó coleccionar antigüedades y ni bien llegamos al campo comencé a hallar boleadoras, punta de flechas, cerámicas y restos de la vida rural. La estancia está sobre un asentamiento de indios pampa, pero también hallé elementos araucanos, cosas que traían desde la Patagonia. Hallé materiales que usaban para hacer las pinturas rupestres que tenemos en las grutas" .
Francisco hace referencia a las pinturas halladas en unas grutas de las sierras, este tesoro artístico de nuestros pueblos originarios configura un atractivo que los arqueólogos han estudiado y que hoy el turismo comienza a valorizar.
El museo "Coyug Curá" es el centro de interpretación de toda esta intensa vida indígena. La estancia luego tiene rincones mágicos, un jardín de cactus en miniatura, y otros más grandes, algunas sillas que se pierden entre enredaderas de flores. Francisco adora las lechuzas y entre las ramas o alrededor de las piedras, las vemos. Son esculturas que ofician de duendes.
En el partido de Saavedra el INTA ha creado una red de emprendimientos que potencian la creatividad, el trabajo, la historia y el recurso natural de los habitantes de los pueblos y parajes que hoy, con sus proyectos, motorizan el turismo rural, que es la mejor forma de conocer y entrar en contacto con la identidad de los hombres y mujeres de campo que trabajan sobre valores de conservación de nuestro medio ambiente para promover la identidad rural.
La tapera revalorizada en "La Montaña" fue un antiguo puesto de la estancia, hoy convertido en Pulpería.
Para ello, Francisco cuenta con una colección interminable de elementos que fueron usados en antiguas pulperías de la región: Vasos muleros, vajilla, publicidad de antiguas cervezas, cajas de galletitas, tarros y un sinfín de elementos de un tiempo pasado que recobraron vida.
Recuperar todo aquello que dio vida a una pulpería significa renacer una parte importante de nuestra historia, además de brindarle al hombre de campo, un lugar donde poder entrar y descansar de la dura faena campera.
"Tengo 76 años y quiero plantar bandera. Vivir en la montaña es mi cable a tierra y hace veinte años tenía el sueño de hacer esta pulpería", señala Francisco.

La Pulpería está al lado del Museo, quien recibió la visita de la gobernadora María Eugenia Vidal cuando era estudiante. El turismo rural se abre como una alternativa real para poder mostrar la belleza serrana.
"No lo hacemos por dinero, queremos que esto tengo vida, y que todos puedan disfrutar de estar acá en el silencio".

Acaso esta sea una de las facetas que caractericen a estos emprendedores que delante de una soledad que es compañía e inspiración se deciden a cambiar el rumbo de sus vidas para dedicarlas al servicio de abrir las puertas de sus pequeños paraísos para que muchos puedan conocer la fragilidad de una brisa, el último bostezo del sol entre las sierras.

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