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EDITORIAL

Robo de la imagen de la Virgen de la Ermita del Roca

Dicen que al mal tiempo hay que ponerle buena cara, como una forma de cuidar la salud y pasar los malos tragos. Pero…. (Siempre hay un 'pero'), cada día nos sorprenden ciertas acciones y es cuando las buenas intenciones se diluyen ante actos y hechos que llenan de rojo las vidas de los habitantes.

31/01/2018
Robo de la imagen de la Virgen de la Ermita del Roca

El vandalismo, los desmanes, los robos, los destrozos, y la violencia de muchos, deja a la ciudad indefensa ante tantas muestras de crueldad puesta de manifiesta, especialmente por grupos de jóvenes, que lamentablemente no saben qué hacer de sus vidas, como si adivinaran inconscientemente que no tendrán un futuro, o este no les será benévolo, por la sencilla razón que no están preparados para hacerle frente, ya que el día a día, es todo un desafío.
Están en el mundo porque nacieron, y se nota que les falta la contención, el consejo, la educación.
Viven sin valores, indiferentes, tratando de borrar el presente, donde los amigos, el alcohol y la droga, los lleva momentáneamente a olvidar lo que son: Inadaptados sociales, triste término que los identifica.

Hoy por hoy, la seguridad de la mayoría está siendo socavada por una minoría que vegeta.

La última acción de vandalismo, de robarse la imagen de la Virgen, bajo la advocación de Schoenstatt - ubicada a pocos metros del Jardín Nº 4, en la Estación Roca - es una prueba más de lo antedicho, y no vale la disculpa que alguien lo haya hecho por alguna necesidad especial.
No es la primera vez que un hecho de esa naturaleza acontece. En otras oportunidades se había destrozado la Ermita de la Virgen del Camino, levantada en la entrada a nuestra ciudad, no respetando siquiera la imagen de la Virgen que fue rota, por lo que la Parroquia se vio en la necesidad de colocar otra, y enrejar el lugar.
No se salvan los comercios, ni los autos de particulares estacionados, ni los adultos mayores, a quienes les arrebatan carteras, o entran a su domicilio para hacerse de algún botín. Sin olvidar los daños a edificios y bienes públicos con grafitis raperos.

Esa es la diversión, que después celebran dejando en plazas, plazoletas y espacios verdes, las botellas de cerveza, de vino, de fernet, y otras yerbas, como prueba de todo lo consumido y lo ven como una gracia, que los recolectores luego deben levantar.

Es triste la realidad que están viviendo estos jóvenes, al libre albedrío, sin ejemplos, como si no tuvieran a nadie en el mundo, sin una familia que los contenga, y los eduque. Pareciera que no existe más la preocupación paterna o materna de saber dónde está su hijo/a, con quienes están acompañados, y dónde van.
La solución no está en nuestras manos para revertir esta situación que lleva a los jóvenes casi al borde del abismo, pero sí tenemos el deber de mostrar lo que está aconteciendo en nuestra ciudad, porque nos apena verlos por las calles, en la madrugada, gritando, pelando, ebrios, rompiendo y destrozando todo a su paso.

Creemos que es un trabajo en conjunto - padres, gobierno y comunidad - para procurar salvarlos de ese vacío existencial en el que están sumergidos, y procurar que lleguen lo menos lastimados posible a un futuro inmediato… por el bien de ellos, de su familia y de la ciudad. ¿Será una utopía?

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