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Personajes

"El Nando y La Tango"

San Valentín, el día de los enamorados, ya pasó. Pero aquí transcribimos un cuento -real por cierto-, una historia de amor relacionada con el futbol, gentilmente y muy bien escrita por Mariano Villanueva. Aquí va…

20/02/2018
"El Nando y La Tango"

Se puede decir que mientras el plantel se sacaba las medias de la derrota, varios de los transpirados jugadores hablaron de la falta que nos había hecho él, puertas adentro del vestuario; se puede decir que en cada charla que los jugadores sostuvieron dentro de cada coche que volvía a Pringles con la ilusión dañada inmediatamente de finalizado el primer partido con la derrota 2 a 1 contra Tiro Federal de Villa Belgrano, en algún momento de la misma se tocaba el tema de la ausencia de nuestra carta de gol; y se puede decir que los mensajes del grupo de whatsapp de los veteranos de Alumni luego de la primer caída versaban sobre la ausencia de nuestro número nueve. Se puede decir que las palabras que más o menos utilizó cada integrante del plantel al contarle a alguien la no esperada derrota en el debut fueron las siguientes: " ¡Si estaba El Nando….no perdíamos!"
En la siguiente fecha, Alumni enfrentó a San Martín de Carhué. Luego de finalizado el primer tiempo nos metemos en el vestuario con un resultado de 1 a 0 a favor. El partido terminó. Perdimos 2 a 1. Creo que todos y cada uno de nosotros comentó, contó, dijo y se dijo a sí mismo…."¡Si venía El Nando…..no perdíamos!"
Luego, en la siguiente fecha, el rojo enfrentaba a uno de los cucos de la zona, a Deportivo Sarmiento. El técnico del rojo no pudo concurrir al partido, y la orfandad, la falta de confianza del plantel, las inseguridades físicas y tácticas que quedaban al descubierto luego de dos derrotas consecutivas, hicieron que se despertara el rojo orgullo futbolero y el amor propio de "Alumni" de Pringles.
El resultado dejó como saldo la responsabilidad respecto del puesto que cada jugador tiene con el equipo, la colaboración constante entre titulares, suplentes, lesionados, ausentes, etc., para que el equipo empiece a sumar puntos. Quedó evidentemente marcada a fuego la unión de "grandes personas grandes" divirtiéndose seriamente en un deporte que cada día que pasa nos gambetea la rutina, nos cabecea en el área de la amistad y nos da un pase de taco al alma que hace la pausa y la revienta a la tribuna de la alegría.

El partido en cuestión comenzó 0 a 0, evolucionó 0 a 0 y terminó 0 a 0. Primer punto para Alumni logrado frente a uno de los equipos favoritos del campeonato. Nadie del plantel puede ocultar que pensó para sí…."¡Si estaba Nando…..ganábamos!"
El punto logrado se celebró. El asado arengado e impulsado por el jugador más respetado, cuidado y referente del plantel, Omar Casimiro Lescano (El legendario "Pocho"), terminó de certificar el bienestar del grupo y sobre todas las cosas, las ganas y la confianza de empezar a sumar de a tres.
Llegó el momento de enfrentar a San Martín de Santa Trinidad. Alumni fue dueño y señor en todos los sectores del campo de juego. La defensa precisa, tiempista y sin complicaciones hizo que la valla roja permaneciera segura y a salvo. El mediocampo lleno de oxígeno, versatilidad, despliegue y dureza justa inclinó la cancha hacia el área contraria generando así una innumerable cantidad de situaciones de gol que por infortunios de la delantera o por H o por B la bocha caprichosa nunca entró. La más clara…. dicen que la tuvo un delantero que no me acuerdo el apellido que solo tenía que empujarla con la cabeza desde el área chica hasta la red, pero dicen que el delantero dijo que la quiso poner de emboquillada por encima del arquero. El resultado de la jugada: saque de meta. Otra vez 0 a 0. "¡Si estaba el Nando, ganábamos seguro!" afirmó el inconsciente colectivo del plantel rojo.
Llegó el 14 de febrero, Día de san Valentín, Día de los Enamorados y a la hora de la siesta sonó el timbre de los mensajes whatsapps de los teléfonos celulares de todos los integrantes del grupo de los veteranos de Alumni, donde "El Trula", entre signos de admiración, anunciaba que esa misma noche Fernando asistiría con look "elegante-sport-fútbol" a su velada romántica con la redondita de gajos que lo esperaría ansiosa en la cancha de Deportivo Sarmiento de Coronel Suárez.
Obviamente la noticia encendió la mecha de la ansiedad y así de una vez por todas nos desayunaríamos si verdaderamente estábamos esperando al galán-crack o si durante los partidos anteriores nos relajábamos pensando mágicamente que si él hubiese estado presente y jugando, los resultados hubiesen sido diferentes. El presente dictamina que… ¡Todos teníamos razón en pensar lo que pensábamos!
Viajamos, llegamos, nos cambiamos, (Fernando ahí entre nosotros), yo lo "relojié" y pude observar que de su botinero sacaba unos Adidas negros con tiras blancas con los que pisaría, tocaría y embestiría a su prometida, también Adidas y decorada en negro y blanco.
El técnico nos llevó atrás del arco del partido que se estaba disputando para realizar los movimientos de calentamiento. En uno de los ejercicios que se hacían en pareja me tocó pasar con él. Había que hacer un pique corto de tres metros, sobre la marcha correr de espaldas hacia atrás con la misma intensidad, repetir la acción y luego coronar con un pique de 10 metros. Las dos veces que lo hicimos me sacó dos metros de ventaja. Me dije para mí: ¡está re afilado Nandito! En fín, el técnico armó la estrategia, presentó el equipo de arranque, pidió claramente lo que quería y lo que no. El técnico le dijo a Nando que lo quería bien de nueve. Nos saludamos, nos alentamos en un sentido grito grupal y nos metimos en la impecable, pareja e iluminada, verde y tupida grama profesional. Es necesario para mí decir que un rubiecito jugador me esbozó la premonición real de que Nando a los diez minutos iba a hacer un gol. Así fue. Conti se hizo cargo de rematar un tiro libre en mitad de cancha y de derecha con un golpe seco que sonó a cuero contra cuero la puso arriba cayendo peligrosamente en el punto penal. Uno de los centrales se quedó corto en el salto, el otro intentó cerrar con muchas dudas, el que ya sabía lo que iba a pasar ni bien vio a su enamorada girando en los aires era Fernando, él siempre supo que ella lo buscaba a él. La esperó, la "cancherió" para su sabia zurda y empujándola hizo que llegara suavemente hasta la red. Alumni 1, Newbery 0.
El segundo de Nando llegó a los 18 minutos del primer tiempo. El equipo estaba bien parado, la defensa bien ajustada, el medio campo cortando y anticipando a tiempo hasta que una falla en el control de una pelota cerca de la mitad de cancha iluminó a los muy buenos delanteros de Newbery que en cuatro toques pared descontaron en el marcador. Dolorosamente sufrimos la misma suerte del mismo modo sin poder demoler las paredes que construían los de La Madrid. Nos empataron. Desconcierto. Instrucciones desde el banco con pedidos de calma. Cambios.
Nando dentro del área es rápido, sigiloso, intuitivo, peligroso, inteligente y vivo en todos los sentidos de la palabra y antes de que termine el primer tiempo solucionó la cuestión y anotó su tercero, su Hat Trick, en la planilla clasificatoria, ahí donde se escribe el nombre de quien hace los goles de cada equipo. Tres a dos ganaba Alumni. La de los gajos ya sabía que se iría a Pringles como gallina robada bajo el sobaco de su dueño, el Nueve Rojo.

El partido era intenso, los dos equipos hacían su respectivo desgaste, hacían sus tácticos cambios, generaban fútbol y largaban los bofes. Un desborde por izquierda del número ocho de La Madrid (lo sé porque yo fui el desbordado) tiró un centro limpio al área y de cabeza nuevamente nos empataban. Tres a tres. Partidazo. ¿Qué pensaría Nando para ese entonces? Sólo él lo sabe, nosotros sabíamos que él seguía avisando con remates de afuera del área, con piques al vacío que hacían temblequetear a los rivales.
Desde el banco pude ver como una pelota llegaba desde las alturas para inquietar a los confundidos zagueros de Newbery, nadie parecía saber qué hacer, salvo él; una pseudopifiada del seis hace que la redondita salga casi al ras del pasto con orientación este, es decir, para la zurda del Nando. Levantó la cabeza para divisar el arco con la pelota en movimiento, bajó la mirada con ternura para verla rodar y la empalmó a la altura de la mitad, cosa de no elevarla y no perturbarla demasiado en el impacto, ella entendió claramente el mensaje y salió como una bala cruzada evitando las manos del arquero para entrar en la esquinita sin tocar el caño que hace de palo. ¿Para qué se iba a lastimar? ¡Golazo!
Se nos vinieron como bicho al foco. Corrimos, gritamos, raspamos, pegamos, manoteamos y en una de esas, les dimos un penal, le bajamos a uno de los ligeros de ellos en el área. Bien cobrado por el tenso árbitro. Esperábamos el empate inminente. Alentábamos a nuestro arquero "El Tomate" para que lo ataje hasta que el juez dio la orden de ejecución. Tomate fue para su izquierda. El pateador shooteó hacia la derecha de Tomate. No conozco el nombre de la hija de Tomate que se encontraba agarrada del tejido olímpico del perímetro de juego. Ella torció los alambres con sus dedos haciendo fuerza para que no le hagan ningún gol más a su amado papá al que fue a alentar y acompañar en el día de los enamorados. El amor en todas sus formas posibles también contiene al fútbol.
Milagrosamente la pelota, la novia de Nando, se fue afuera.
Nando y la pelota saben que si Newbery empataba el partido, ellos, los dos unidos como tantas veces en la causa del gol, harían que todo Alumni grite el quinto. No fue necesario.
Alumni ganó su primer partido con Póker de Cuatro Goles de Fernando Naumann.
Él viajó para estar con ella, la trató bien, bailó con ella, la pidió a la organización y se la concedieron. Se fueron juntos y en la noche de los enamorados se devolvieron haciendo jueguitos a sus sueños de fútbol.
Mariano Villanueva

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