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EDITORIAL

Cuando se toman riesgos sin pensar en las consecuencias

17/01/2019
Cuando se toman riesgos sin pensar en las consecuencias

Si se pudiera dimensionar el daño causado a los bienes públicos y privados de la ciudad, las cifras se medirían en miles de millones de pesos. Suficientes para dotar de buenos colegios, hospitales y jardines infantiles a millones de niños. Pero tales recursos hay que reinvertirlos en lo que destruyen unos pocos como forma de protesta, por simple capricho o porque no se tiene la más mínima consideración con el lugar que se habita, ni con los demás quienes propician el daño se amparan en la noche, en la pandilla o en la manifestación pública para atacar inmuebles, romper vidrios de comercios y de autos, o simples residencias de ciudadanos inermes que ven cómo sus fachadas sufren el asedio de los desadaptados

Muchas de esas acciones provienen de mentes antisociales a las que únicamente les sería útil la sanción. No puede quedar una ciudad a merced de los vándalos.
Está claro que la sociedad pringlense, como la de cualquier ciudad del país, no debe tolerar como inevitables las distintas expresiones de este tipo de violencia que afectan la vida urbana y la de los ciudadanos.

Los entendidos dicen que es indispensable obrar mediante la educación, el control y la sanción, tres conductas que tienen su tiempo y su función a fin de afrontar el problema.
Pero… a estas tres conductas, le estaría faltando la cuarta pata, que es la familia, que es el principal núcleo donde la persona se va desarrollando.

Es allí, donde se copia actitudes, valores, sentimientos, costumbres, para después emularlos.
Si estos faltan, es imposible cuando el niño llega a la adolescencia (la edad donde todo les adolece), tratar de cambiar ciertos malos hábitos. Sería una misión imposible, a su vez que estos mismos, en la mayoría de los casos, están exaltados por el consumo de alcohol o la droga, que hacen un 'combo' peligroso.

Lo acontecido en la jornada de ayer, donde siete vecinos de nuestra ciudad se vieron invadidos por vándalos, que en distintos horarios destrozaron los vidrios y lunetas de siete vehículos que se hallaban aparcados en sus domicilios, (como el de una enfermera que lo utiliza para atender a sus pacientes y no puede hacer frente al costo que le demanda el cambio de los vidrios), no tiene justificativo alguno. (VER NOTA APARTE).

Lamentablemente estos comportamientos abundan en virtud que no demuestran que carecen de la educación cívica necesaria, para ser mejores ciudadanos.
Así se puede ver basura fuera de sitio, ruido, el uso irresponsables de bienes comunes, rotura de contenedores de basura, de árboles, luces, daños a los parques infantiles, incendio premeditado de autos y viviendas, etc.
La tendencia es creciente, y en época estival, pareciera que se incrementaran casi a diario.

Sean pandilla de jóvenes, sean adultos con otras intenciones, es necesario un esfuerzo máximo de las fuerzas del orden, pero también la colaboración de los vecinos para descubrir a los autores y frenar esta escalada. Y si son menores, que los padres se hagan cargo de los daños que cometen sus hijos.

Un spot español, aconseja a estos jóvenes que no tienen muy en claro lo que va a ser de sus vidas, y el daño que producen en la comunidad: "Si en tu casa no tenés un ejemplo y necesitás un héroe… mírate al espejo. Nadie te va a salvar. SÁLVATE TÚ".
EL ORDEN

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