Con alegría coronó la misión el grupo Karol en Rivera

La actividad se llevó a cabo por espacio de cuatro días en la localidad de Rivera, culminando ayer domingo,cuando el grupo regresó a nuestra ciudad.

Una vez más, el grupo Karol de la Parroquia Santa Rosa de Lima, visitó la localidad de Rivera, perteneciente al partido de Adolfo Alsina, por segunda vez consecutiva. Una ciudad que fue fundada por inmigrantes judíos procedentes de Rusia, Polonia y otras partes de Europa del Este a principios del siglo XX, que mantienen sus tradiciones.

Como en otros encuentros anteriores, el grupo, recorrió las calles, visitó a familias, realizaron encuentros para jóvenes y niños, y llevaron el evangelio, a solicitud del Arzobispo de Bahía Blanca, Monseñor Carlos Alfonso Aspiroz Costa.

Fueron días de muchas emociones, enfrentando realidades y situaciones fuertes, compartiendo diferentes realidades, además del calor y por momentos las lluvias.

El Grupo Karol, integrado por adolescentes continúa poniendo ideales altos como es servir a los más necesitados, visitar a las familias. En la oportunidad, se rezó el Rosario de la Aurora, porque la misión estuvo encomendada a la Virgen María, y también generar esta dimensión tan necesaria para toda la humanidad que es la fe en Dios, la fe en el amor, en el bien, en la fe en Jesús.

Lo importante de esta misión- como las anteriores - ha sido el trabajo compartido con jóvenes de otras ciudades, en virtud que el grupo se constituyó en un factor muy importante en lo que es ir acompañando a los jóvenes no solo de una parroquia, de una localidad, sino de casi toda la zona Este de la Arquidiócesis de Bahía Blanca.

De la misión participaron más de 60 jóvenes, en su mayoría de Pringles, y de Tres Arroyos, Bahía Blanca, Gonzáles Cháves, Dorrego y Patagones; además de un grupo de adultos de nuestra ciudad.
La misión fue acompañada los primeros días, por el P. Pedro Fournau,
El Coordinador del Grupo Karol, Pedro Massaro, destacó el éxito de la misión, remarcando que son los jóvenes los que salen a misionar y la gente les agradece que los escuchen, y compartan lo más cotidiano.

A partir de ahí, se va anunciando la Buena Noticia, se va anunciando a Dios, compartiendo lo que va pasando, nutriéndolos, como una forma de renovar la fe. Es decir, que el grupo va a misionar y sale misionado. Dios se vale de eso, en el encuentro con otros hermanos, donde también se aprende mucho y para los jóvenes en plena etapa de crecimiento, es una hermosa experiencia de maduración al estar en contacto con realidades o vidas muy distintas a las que ellos tienen.