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César Aira:

“La literatura no tiene ninguna obligación con la sociedad”

El escritor pringlense César Aira fue entrevistado por Semana.com, en una extensa nota donde expone sus sentimientos  y pensamientos. Extractamos algunos de los puntos más significativos de Aira, de 67 años, uno de los escritores vivos más importantes de América Latina.

07/02/2017
“La literatura no tiene ninguna obligación con la sociedad”

 

-Semana.com: Usted es un escritor muy prolífico, ha escrito más de 80 novelas y normalmente publica de a dos o tres por año. Pero la última, El Santo, salió en 2015, ¿por qué paró?

 

-César Aira: Hice huelga porque me cansé de que me pusieran ese mote de ‘prolífico‘. Empecé a notar que nadie decía que mis últimos libros eran buenos, sino que eran muchos y eso me enojó un poco. Sobre todo una crítica de El Santo, justamente, que empezaba diciendo "¡Otra novela de Aira! ¿Valdrá la pena leerla? Si cuando la terminemos ya habrá aparecido otra"... Así que decidí dejar de sacar cosas por un tiempo.

 

-Semana.com: ¿Pero siguió escribiendo?

 

-C. A.: Sí. De hecho voy a volver a publicar. Este año sale otra novela. Perdón... otras (Risas).

 

-Semana.com: A pesar de su huelga, Penguin Random House sacó el año pasado una biblioteca con varios de sus libros...

 

-C. A.: Es que tenían muchos libros míos ya publicados. Quisieron reunirlos con un mismo diseño y le pusieron ese nombre: ‘Biblioteca Aira‘. Está bien. Me gusta porque yo toda mi vida he sido un hombre de libros y tener una colección con ese nombre suena bien.

 

 

-Semana.com: En Colombia también hay un boom de pequeñas editoriales, ¿cree que esa tendencia es buena para el mercado literario?

 

-C. A.: Yo creo que es bueno… aunque al final no lo sé, porque también veo que se está escribiendo demasiado. Un amigo mío dice “porque no dejan escribir a los dos o tres que saben escribir y se callan la boca” (Risas). Aunque bueno, así haya mucha industria editorial y mucho libro, uno no puede esperar a que aparezca un gran escritor cada semana o cada mes, ni siquiera cada año. Un escritor realmente buen va a aparecer cada 30 o 50 años.

 

-Semana.com: ¿Y cuál cree que ha sido el último gran escritor?

C. A.: Borges fue un gigante. Creo que Kafka y Borges fueron los dos grandes del siglo XX. En Argentina acaba de morir uno que fue realmente grande: Alberto Laiseca, creador de un mundo propio. Y eso es lo que falta a veces. Los escritores y novelistas se conforman con escribir una buena novela, y hay tantas buenas novelas que una más no hace la diferencia. Pero crear un mundo propio, un estilo propio, crearse a uno mismo… eso es mucho más difícil.

 

-Semana.com: ¿Cree que actualmente hay escritores tratando de hacerlo?

 

-C. A.: Yo leo muy poco a los escritores contemporáneos. De cada diez libros que leo, nueve son relecturas. Aunque si leo a algunos amigos y a autores jóvenes. Una vez dije que leo muchas dos primeras páginas y algunos se enojaron, pero es la verdad, me mantengo. Sin embargo, yo desconfío de mi propio juicio, porque siempre me va a gustar lo que se parezca a mí, así que me puedo perder algunas cosas.

 

-Semana.com: ¿Y ha intentado escribir directamente en el computador?

 

-C. A.: No. Para mí son fundamentales el papel y la mano. Yo pienso que la escritura manuscrita es la base de la civilización y no está bien que se le abandone ahora. Y eso está pasando, tristemente. Yo he visto gente en los cafés que se instala con teléfono, netbook, tablet, pero cuando tienen que anotar algo le piden al mesero un bolígrafo. Y también sé de maestros, incluso grandes, que escriben tan mal que no se les entiende. Se ha perdido mucho… pero no quiero ponerme militante, que cada cual haga lo que quiera.

 

 

-Semana.com: Al inicio de su carrera usted fue traductor de libros, ¿aún práctica ese oficio?

 

C. A.: No. Yo traducía para poder alimentarme, así que dejé de hacerlo cuando dejé de necesitarlo. Aun así, de vez en cuando traduzco algo que me gusta para un amigo, porque después de 35 años de hacer algo uno se encariña.

 

-Semana.com: ¿Y qué le dejó esa experiencia a su oficio como narrador de historias?

 

-C. A.: En esa época yo me especialicé en best sellers norteamericanos. Y puede que estos no sean gran literatura, pero tienen una buena estructura narrativa. Además en esa literatura comercial y de entretenimiento hay algo de honestidad: simplemente hacen libros bien hechos y sin pretensiones para que un lector pase un buen rato. Algo que contrasta con esa deshonestidad de algunos escritores que juegan al vanguardismo y que escriben unas cosas poéticas y complejas simplemente porque no saben hacer una narración simple y directa.

 

-Semana.com: Usted es muy crítico de los escritores latinoamericanos que se dedican a opinar de la actualidad mundial y de política local… ¿por qué le molesta que lo hagan?

 

-C. A.: No, no me molesta. Que hagan lo que quieran. Lo que pasa es que yo nunca fui de la línea del intelectual y creo que esa es una traición al papel del escritor artista que tendría que ser solo un creador y no dedicarse a opinar ni a decir la verdad. Además me parece que algunos hacen el ridículo cuando se ponen a hablar de economía o de política, pero tampoco en ese caso me pongo militante.

 

-Semana.com: Y entonces, ¿cuál es el papel de la literatura y de las novelas en una sociedad?

 

-C. A.: No tiene ningún papel. Y esa es su gran libertad, pues al no tener función, puede ser lo que quiera. Ese es el secreto del arte: la libertad, no estar obligado a nada. Por otro lado, hoy con la literatura se hacen muchas cosas que se harían mejor fuera de ella. Un ejemplo son las biografías noveladas o las ‘novelas históricas’. Pues que escriban una biografía o un libro de historia, pero que no las junten con las novelas.

 

-Semana.com: ¿Todavía se divierte escribiendo?

 

-C. A.: Escribir para mí es un gran consuelo. Hace poco tuve una época mala, con mi mujer y algunos amigos enfermos, y me salió una novela que sucede en el Imperio Romano. Un general romano al que mandan a pacificar la Panoña (que no sé qué será eso, pero me sonó bien). Yo escribía todos los días una aventura, una batalla, conversaciones entre legionarios, etcétera. Y eso me ayudó a sobrellevar esos meses… La acabé el otro día y me di cuenta que había quedado una novela rara, que parecía escrita por uno de esos niños de 12 años que se entusiasman con historias de los romanos, pero con el estilo maduro de un escritor con experiencia.

 

-Semana.com: ¿Y esa va a ser la próxima novela que va a publicar?

 

-C. A.: No. Va a ser una novelita de indios que va a aparecer en Chile. Quise hacer una cosa bastante extrema: una novela en clave (Roman a clef). Pero es una clave tan extrema que sola una persona en el mundo va a saber de qué se trata. Todos los demás van a pensar que es un disparate. Este tipo de novelas ha caído, quizás porque la gente la ve como una cosa muy antidemocrática, de grupitos selectos que se escriben entre ellos, pero quise hacer este experimento.

 

-Semana.com: Finalmente tengo que preguntarle por Ricardo Piglia, un colega suyo que murió comenzando este año, ¿qué vacío cree que deja  él en la literatura argentina?

 

-C. A.: No lo conocí personalmente y casi no leí sus libros, así que no puedo hablar de él. Solo leí su primera novela, cuando salió en los años 70, pero me pareció una tontería. Solo sé que era un profesor prestigioso, muy culto e inteligente. (Semana.com)

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