La Escuela N° 10 de Krabbe luce su flamante techo

Una importante obra para que, los niños puedan tener un comienzo de clases como se merecen

El día no pudo ser mejor, el viento cálido que bajaba de las Sierras de Pillahuincó levantaba la temperatura, el cielo sin nubes hacía flamear la bandera nacional, en este rincón solitario de nuestro mapa, perteneciente al Distrito de Coronel Pringles, llamado Krabbe, ubicado a tan solo 26 kilómetros de la ciudad cabecera.

Y precisamente ayer, primer día del inicio del ciclo lectivo se conoció la información emanada desde la Dirección de Comunicación municipal, dando cuenta que, después de mucho trabajo se terminó con el cambio total del techo de la Escuela N° 10 "Martín Miguel de Güemes" de Krabbe.

De acuerdo a lo informado, el cambio fue total. Se cambiaron tirantes en mal estado y se limpió el entretecho de residuos y humedad, representando una obra importante en materiales, presupuesto y ejecución que se hizo con Fondo Educativo y mano de obra pringlense.

Detalle de obra
Se realizó un recambio total de la cubierta (243m2). La cubierta existente es de chapa de fibrocemento, la cual, además de presentar fisuras importantes por las cuales filtraba agua de lluvia, no es de material apto para Escuelas, debido al asbesto que este tipo de material (fibrocemento) desprende es considerada de riesgo para el alumnado.
En nuestro país, el uso del asbesto fue prohibido en el ámbito nacional a través de la Resolución Nº 845/00 del Ministerio de Salud de la Nación, y la Resolución Nº 823/01 del Ministerio de Salud de la Nación.

Además, se cambiaron los tirantes en mal estado y clavaderas, colocando chapa galvanizada ondulada, previa aislación térmica y barrera de vapor correspondiente.

Docentes y alumnos, de esta querida escuela rural comenzarán el ciclo lectivo, como corresponde y se merecen, porque pese a todos los avatares que trajo el tiempo en estas latitudes, no sucumbió, al igual que tantas otras en diferentes parajes.

Sola y en la más silenciosa soledad, esta Escuela es un faro de cultura y civilización. Es la única institución que ha quedado indemne, además de ser el último edificio activo por esos niños que quieren seguir soñando con permanecer en su lugar en el mundo, donde el viento, el sol y los pastizales se funden en ese horizonte pampeano indomable; donde la soledad es una compañía y los caminos arriman la esperanza de un futuro mejor.