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EDITORIAL

Una vez más se puso en la calle a la población de riesgo y más vulnerable

04/04/2020
Una vez más  se puso en la calle a la población de riesgo y más vulnerable

En una mañana Argentina pudo haber desperdiciado todo el esfuerzo de la cuarentena general. La improvisación total no es nueva. Sin embargo en la mañana de ayer Argentina pudo haber escrito su página más negra. Por la falta de previsión, organización y sentido común, se cometió un grave error que puso en riesgo a la población que más debería cuidar en el marco de la pandemia.

 


Si bien el mundo ha tomado diferentes caminos, los países adoptaron medidas diversas, pero si hay algo en lo que todos están de acuerdo, es en la necesidad imperiosa de cuidar a los ancianos.
Los adultos mayores representan sin dudas el segmento más vulnerable ante el coronavirus (COVID-19).
Lo que pasó ayer, y seguramente volverá a ocurrir este sábado y mañana domingo, es una vergüenza que sin dudas recorrerá el mundo y muy pronto se verán las consecuencias.

Al implementarse la cuarentena total no se tuvo en cuenta algunas cosas que debía haber implementado aceptablemente. Resulta que los bancos fueron cerrados con el resto de los comercios el día que se decretó la cuarentena obligatoria, sin imaginar lo que podría pasar el primer día que volvieran a funcionar, en virtud que muchos abuelos no tienen sus tarjetas de débitos, ni operan online, o simplemente no saben cómo operar bajo ese sistema, cuando están acostumbrados a cobrar por 'caja'. Y está bien…, hay que respetar su decisión.

Pues bien… el desastre ocurrió ayer viernes en todos los bancos, no solo los de la Capital Federal, sino de todo el país, incluido nuestro distrito, Coronel Pringles.

Así, entre el combo de cuidar la distancia social de un metro, la necesidad de los abuelos de ir por su jubilación, y el masivo requerimiento del ingreso de emergencia que otorgó el Estado para los trabajadores del sector informal (casi un millón de personas solamente en la Provincia de Buenos Aires) fue explosivo.

Resultaba tristísimo verlos. Cansados, sin tomar agua, sin baños, con temperatura baja. Fue explosivo.
Las filas fueron enormes y ocuparon cuadras, donde muchos pasaron incluso la noche esperando en la calle en varias ciudades. Muchos se descompensaron.
Barbijos, gorros, bufandas, capuchas y muchas camperas acompañaban las postales de las largas colas de los bancos.

La indignación fue general, como la que sentimos nosotros, porque se puso en la calle a la población de mayor riesgo a la que se debía cuidar y proteger, con interminables colas en las puertas de los bancos. Se puso en riesgo a Nuestros Abuelos.

¿Era necesario haber cerrado los bancos durante todo este tiempo? ¿Se esperaba que la pandemia se acabe de un día para el otro? ¿No se pudo prever la escena que ocurrió ayer y seguramente continuarán hoy y mañana domingo? ¿Pasará lo mismo cuando el 8 de abril venidero comiencen los pagos de haberes de ANSES? Estas son algunas de las preguntas retóricas que no tienen ninguna utilidad ya, pero que no podemos evitar hacernos.

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