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EDITORIAL

Nacimiento de San Martín… padre augusto del pueblo argentino

25/02/2021
Nacimiento de San Martín…  padre augusto del pueblo argentino

San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, Corrientes, Virreinato del Río de la Plata. Hijo de Gregoria Matorras y Juan de San Martín, teniente gobernador de Corrientes. Ambos españoles, en 1784 regresaron a su país.

 


Nuestro héroe comenzó en 1789 su brillante carrera militar, ya en 1808 lo nombraron teniente coronel de caballería y fue condecorado con la medalla de oro por su arrojo frente a los franceses durante la Guerra de la Independencia Española.
Su destino tuvo un cambio radical cuando comenzó la revolución emancipadora en América. Al enterarse de los hechos de mayo de 1810 solicitó la baja en el ejército español. Poseía un espíritu independentista, afín al ideario liberal de una época signada por la Revolución Francesa.
No es fácil aludir a la figura de San Martín sin que parezca una lección de historia. Pero este no es el propósito. La idea es encontrar en este ser humano excepcional, mencionando algunas facetas que lo distinguieron en sus 72 años de vida.
Son innumerables las anécdotas que revelan su noble condición humana.
Sus padres, españoles, tuvieron 5 hijos. El menor fue José de San Martín. Y cuando este nació, su padre, Juan de San Martín, tenía ya 50 años. Era también militar y gobernador del departamento correntino de Yapeyú, donde nació nuestro protagonista de hoy un 25 de febrero de 1778.

Es increíble que una vida tan rica en acción haya sido también tan plena en hechos espirituales. Y decimos, rica en acción porque combatió en África, en España, en nuestro país, en Chile y en Perú. Pero San Martín sabía, siendo un militar, que una guerra aun siendo justa, podía dañar más que una paz injusta.
Era sí, de carácter fuerte. Odiaba la violencia y comprendía que las turbas -incluso aquellas que lo aclamaban- no tienen opiniones. Sólo tienen impulsos.
Un episodio poco conocido es su situación anímica durante el combate de San Lorenzo.
San Martín, que tenía en ese momento 32 años, estaba casado hacía muy poco tiempo con María de los Remedios de Escalada. Su padre ya había fallecido y su madre, enferma en España, no había podido asistir a la boda de su hijo.
El primero de febrero de 1813, a escasos dos meses de su casamiento, recibió la orden de marchar, con su Regimiento de Granaderos a Caballo, hacia Santa Fe, para observar los movimientos de una fuerza española que había remontado el Río Paraná. Su joven esposa, Remedios de Escalada, de sólo 15 años, pero de fuerte carácter, estaba ligeramente enferma. Le pidió que no acudiera a Santa Fe.

Además, al mismo tiempo, San Martín había recibido noticias que su madre, que tenía ya 75 años, había enfermado gravemente en Europa -moriría al mes siguiente- y quería verlo antes de morir. Y estaba también la voz de la patria, que es a la que en definitiva, obedeció ciegamente.

Esa era la situación espiritual en la que San Martín llegó frente al Convento de San Lorenzo y libró la histórica batalla, en la que triunfó y fue ascendido a coronel mayor. El resto de su brillante campaña militar, que culminaría con la libertad de Chile y de Perú, es bien conocida.
Como también lo son su renunciamiento a todo beneficio material y a cualquier cargo público. Porque su verdadera recompensa era la satisfacción del deber cumplido. Es que muchos son el barniz. Pero pocos, como San Martín, son la madera.
San Martín habiendo cumplido la misión que lo trajo a su tierra, una vez asegurada la liberación de medio continente decidió retirarse.
En octubre de 1822 llegó a Chile; en verano de 1823 cruzó los Andes y pasó a Mendoza. Con la firme decisión de no participar en las luchas internas por el poder, en febrero de 1824 luego de la muerte de su esposa partió con su hija Merceditas rumbo a Europa.

Su salud se fue deteriorando al igual que su situación económica. Por el resto de su vida mantuvo una dolorosa nostalgia de su patria. Con su estado físico y anímico muy debilitados el 17 de agosto de 1850, a las tres de la tarde, San Martín murió en Francia, acompañado por su hija Mercedes y muy lejos de su tierra. Lleno de triunfos, pero olvidado e injuriado por muchos de sus compatriotas.

Hoy humildemente los argentinos reconocemos su enorme estatura patriótica y honramos su querida memoria.
Parafraseando al escritor Martí, podemos decir. "el corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. Ésos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender la gran verdad.
En cambio, los que pelean por la ambición, por el poder, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes. sino criminales…" (M.A.C.)

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