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Un privilegiado

El carpincho que es tratado como parte de la familia en Coronel Pringles

30/08/2021
El carpincho que es tratado como parte de la familia en Coronel Pringles

La semana pasada estos roedores gigantes fueron noticia porque sus vecinos en Nordelta desean expulsarlos y hasta matarlos. Aquí la visión opuesta, la de la convivencia.

 

CORONEL PRINGLES-BUENOS AIRES (ANDigital) Los carpinchos desataron la polémica la semana pasada en todo el país por las quejas en torno a su existencia en el paquete barrio cerrado Nordelta, y puso nuevamente en discusión la protección de los humedales y los privilegios de los más ricos en los lugares protegidos. Observando de lejos, en la bonaerense ciudad de Coronel Pringles un ejemplar de estos roedores gigantes disfruta la inmejorable vida que le brinda una familia en el seno de su hogar.

Se trata de “Carpi”, un carpincho hembra de apenas 2 años y medio de edad, cuyo dueño Claudio Pérez adoptó desde muy chiquito y hoy forma parte de su familia y es motivo de curiosidad del vecindario.

“Es muy manso, él se mete adentro, se me subía a la cama cuando era cachorro, o si no está al lado de la estufa, le gusta estar allí”, afirmó el vecino pringlense en diálogo con ANDigital, y recordó que Carpi llegó a la casa de la familia Pérez siendo un bebé: “Me lo trajo un empleado de la estancia El Lunar y estaba muy lastimado, lo cuidé, se salvó y ahí está”, relató.

Pérez asegura que estos animalitos son muy mansos y fácil de domesticar, incluso juega con el perro de la casa. ¿Su debilidad? El azúcar, que su dueño le da en su mano y él se deleita lamiéndole los dedos.

Come de la mano y pese a que al tratarse de un roedor tiene dientes muy filosos, es muy suave con su protector, que lo mima con ese alimento que tanto le gusta: mientras nos mostraba cómo come de su mano, Pérez dijo: “Son muy dóciles, muy mansos. Yo siempre quise tener uno, me gustan las mascotas; incluso he tenido nutrias”.

Respecto a la relación con su perro, señaló que “juegan, pero es bruto, porque ya pesa más de 50 kilos y a veces viene corriendo y lo atropella, pero sin maldad, de bruto que es nomás”.

Carpi se ha convertido en un integrante más en la casa de la familia Pérez, incluso marca su territorio como todos los animales. “A la mañana ya sabe que le doy de comer y se acerca en el fondo donde lo tengo. Maíz, pasto, trigo, pan y azúcar que es su debilidad, pero no le doy mucha”, aclara.

“A veces me da lástima porque no está en su hábitat, pero no quiero largarlo en algún lugar porque tal vez se asuste y lo mate alguien. Acá a los chicos les gusta mucho, se acercan y lo acarician y se queda re manso”, concluyó este pringlense que demuestra que la convivencia con estos animales es posible. (ANDigital)

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