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MISA DIA DEL TRABAJADOR

"En una familia donde no hay trabajo, nunca hay domingo"

02/05/2019
"En una  familia donde no hay trabajo, nunca hay domingo"

 Fue el sentir del P. Pedro Fournau en la misa celebrada el pasado martes 30, vísperas de San José y del Día del Trabajador.

 

 


En la capilla San Cayetano, la Iglesia local celebró una misa en agradecimiento por el don del trabajo y de bendición por los trabajadores que no están pudiendo ejercer este derecho. Y lo hizo en este templo muy significativo para la fe católica, puesto que San Cayetano es el patrono del pan y de la providencia del trabajo.
La celebración eucarística fue compartida por miembros de la comunidad y por comerciantes, empleados de comercios, personas vinculadas a la actividad agropecuaria, como también del titular de la Unión Empleados de Comercio, de la Sociedad Rural, educadores, dirigentes de gremios docentes, y de un modo particular por "los chicos del Taller Protegido Esperanza, un lugar donde se dignifica (con el trabajo) la vida de ellos porque nos sentimos útiles trabajando con el aporte que le damos a la sociedad", dijo el P. Pedro en el inicio de la misa.
En su homilía, de marcado sentido por la dignificación del trabajo y por la necesidad de que toda persona debe tener derecho a trabajar, sobre todo dignamente, aseguró que "el trabajo es un bien fundamental" y como lo dijera el Papa Francisco "un derecho sagrado de los hombres" que a nadie le debe faltar porque el trabajo es celebrar el don de ser familia para que en ellas no falte el pan, la salud, la educación. La tierra, el techo y el trabajo deben ser para todos, para cada uno de nuestros hermanos argentinos".
"Con el trabajo nos hacemos personas -prosiguió- y el que no tiene trabajo siente que "no sirve para nada, que no es útil, que sobra, por el trabajo el hombre se siente útil, crea y transforma la realidad" haciendo "presente el pan cotidiano y el vino de la alegría en la mesa de cada familia. Trabajando nos dignificamos y cuando se da que el trabajo está asociado a un ingreso justo, que no siempre pasa, permite el acceso adecuado a los demás bienes de los hombres: salud, educación".

El párroco local dijo también que "sabemos bien, por eso estamos aquí rezando, que el trabajo está en riesgo. Muchos sufren la angustia de saber si con su trabajo llegan a fin de mes o si conservarán su puesto de trabajo. Porque cuando no se trabaja, o se trabaja mal, o se trabaja poco, o se trabaja como esclavo, la familia entera se altera y el entramado social empieza a crujir y entra en crisis".
Fournau hizo un fuerte llamado a la reflexión, señalando que "en una familia donde hay desempleados, donde no hay trabajo, nunca hay domingo entonces la fiesta se convierte en días tristes y grises porque falta el lunes, que es volver al trabajo. Donde no hay trabajo siempre es Viernes Santo y pesa cotidianamente la cruz de la marginalidad que en muchos casos se revela con el rostro de la falta de oportunidades laborales".
En su homilía, no estuvo ausente el llamado a quienes son generadores de trabajo, como los empresarios por quienes "también rezamos" teniendo en cuenta que "ellos son nuestros hermanos que tienen la posibilidad de generar trabajo y es santificación del hombre si lo hace con justicia. El empresario para ser dignamente tal, es otro trabajador que conoce, en su propio pellejo lo que es trabajar. El empresario es una figura fundamental para un trabajo digno y para una buena economía".

 

Sin embargo, continuó, "por más que invoquemos la buena voluntad de tantos trabajadores y empresarios, debemos preguntarnos si es posible lograr algún cambio en nuestra estructura social tan marcada por la desigualdad. La Argentina es empobrecida, no pobre, es desigual.
Francisco dice que causa escándalo y dolor cuando las ganancias, de unos pocos, es fruto de la especulación o de la timba financiera que hace crecer las ganancias de unos pocos; y la mayoría se queda cada vez más lejos de ese supuesto bienestar de una minoría feliz, desequilibrio que proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados respecto de la ética y la especulación financiera".
El P. Pedro hizo un llamado a que no permitamos que "nos dividan, a no dejemos que algunos sigan sembrando cizañas. Estamos en el mismo barco, vamos al mismo puerto y no hay salvación individual".
Asimismo, invitó a que, como comunidad, nos preguntemos "como están los demás, hay alguien que la esté pasando peor que yo? Y si es así, que hago yo con eso, con él? Pongamos en el centro de nuestro corazón a Jesús y a los que están peor que uno. El evangelio del que se humilló nos invita a mirar al que está peor para compadecernos".
Finalizó haciendo suyas unas palabras del Papa Francisco de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium "¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos" reconociendo en cada ciudadano un hermano".
Concluida la misa, el P. Pedro bendijo unas maquinarias rurales e invitó a compartir un ágape en el salón de la capilla San Cayetano, al que asistieron algunos de los participantes de la misa por el día del Trabajo.

 

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