2018-03-15

Coronel Suarez

Maravillosa historia de amistad: Joven donará riñón a su amigo

Nicolás Waispek y Jonatan Maier son amigos extraordinarios. Significa ser amigos más allá de lo común. Implica estar unidos en las buenas, en las malas, en las más o menos. Siempre juntos. 

Incondicionales. Hasta dar una parte de sí mismo para que el otro esté mejor.

Se conocen desde los tres años de edad uno y los dos años el otro, cuando ambos se fueron a vivir al Barrio Fonavi de Coronel Suarez, en la misma cuadra, sobre la Avenida Sixto Rodríguez, apenas separados por unas casas.
 
“Compartimos prácticamente todo de chicos, desde jugar al fútbol, en el club, en Deportivo, hasta ir a la escuela, dormir en carpa juntos, jugar en los patios de las casas. La verdad que toda una vida juntos”, dice Jony, que ahora tiene 31 años, mientras que Nicolás tiene 30.

A los 7 años Nicolás se enfermó de Síndrome Urémico Hemolítico. Fue un momento muy difícil para toda la familia. ¡En ese momento se hicieron incontables cadenas de oración rezando buena parte de la comunidad, pidiendo a Dios por la salud del niño de una familia muy querida de Coronel Suárez, el hijo de Julio y Mónica!

“La enfermedad me afectó todo el cuerpo. Yo terminé internado acá, entré en coma, fui a Bahía Blanca y no se sabía lo que tenía. Tenía el cuerpo totalmente atrofiado, de hecho, en la tomografía del cerebro, había salido que tenía el cerebro de una persona de 90 años, le llegaron a decir lo peor a mi padre. Pero gracias a Dios me pude recuperar y solamente las secuelas fueron los riñones”, recuerda Nicolás.

Estuvo internado en Bahía Blanca, se recuperó y empezó con diálisis peritoneal, por dos años. Salió un trasplante de un donante cadavérico, pero ese trasplante no funcionó. 

“En una semana tuve como tres o cuatro intervenciones y se decidió sacarlo porque no funcionaba. Así que, de vuelta a diálisis. Dos años más con diálisis peritoneal y después el hermano de mi mamá –Roberto Romero- salió que era compatible, se hizo la intervención. Y estuve 18 años y medio con ese riñón”, cuenta Nicolás.

Se sabía que el riñón, “no iba a funcionar toda la vida, porque no es de uno, el cuerpo lo va a rechazar, lo que se hace con la medicación es que se rechace lo menos posible”.

Jony, aunque pequeño, tiene bien claro en la memoria todo lo que vivió su amigo: “lo tengo muy presente. Me quedó grabado de cuando empezó Nico con el problema. Me acuerdo que hemos llegado a hacer en la escuela colectas. En la gran Escuela N° 7, adonde íbamos los dos. Yo me encargaba de juntar en cada salón las cajitas que hacíamos para poder ayudar a Nico. Obviamente que tengo todo eso muy presente y a lo largo de los años seguí muy de cerca el tratamiento de Nico, hasta lo he acompañado a Buenos Aires, cuando ha ido a hacerse controles. Lo tengo muy presente todo el tiempo”.

Los dos crecieron, terminaron la escuela y siguieron siendo amigos.

Nicolás terminó en la Escuela Agropecuaria y se fue a Bahía Blanca, “pasé por tres carreras, hasta que encontré la mía y la pude terminar”. Nicolás es Técnico Superior Agrario en Suelos y Agua. Concluyó la carrera hace un año atrás. El momento de emoción que vivieron entonces, todos los que quieren bien a Nicolás, lo puede contar mejor su amigo: “fuimos a Bahía el día que se recibe. Lo estábamos esperando en la facultad, pensábamos que iba a salir por una puerta, estábamos presentes ahí, pero salió por otra. Y se acercó justo hacia mí, le pregunto, y, ¿cómo te fue? Me da el papel y me dice ‘Aprobé’. ¡Miré el papel y era un tremendo 10! ¡Un genio!”.

El último año en Bahía Blanca Nicolás ya había vuelto a diálisis. Entonces estaba trabajando en la universidad como ayudante de cátedra. En ese momento empezó la búsqueda de otro riñón. 

“En primer lugar mi tía política, ella se había ofrecido a donarme el riñón, era su sueño. Se hicieron todos los estudios, había salido todo perfecto, dio compatible. Y en el último estudio, ya teniendo la fecha de trasplante, que era el 27 de julio (del año pasado), cuatro o cinco días antes nos avisan que en el último estudio había salido un quiste en el páncreas y, lamentablemente, se tuvo que suspender todo”.

¿Y entonces? Lo cuenta Nicolás: “apareció el amigo de vuelta –refiriéndose a Jony-, siempre está ahí, presente, siempre me dijo que quería ser él el donante. Ahí se puso más firme todavía. Arrancamos de vuelta todos los estudios. Primero en la parte legal, porque no somos parientes directos, había que comprobar que somos amigos de toda la vida. El juez lo avaló. Luego arrancamos con los estudios. Tuvimos la buena noticia que era compatible y acá estamos. Ahora terminamos todos los estudios y si Dios quiere, la semana que viene, se da”.

Jonatan suma sus palabras a esta noticia: “como lo dijo él, cuando se hizo el primer trasplante se sabía que no le iba a durar toda la vida. Yo siempre se lo dije, que, de ser compatible, quería ser yo el posible donante. Desde el principio sabíamos que teníamos el mismo factor y grupo de sangre, que ya eso es lo primordial para empezar a hacer los estudios de compatibilidad. Cuando él empieza con diálisis la tía se ofreció. Obviamente que apoyamos todo el proceso de la tía. Cuando pasó esto, que no le pudo donar, le dije ‘Ya está. Hagámoslo’. Ahí empezamos con todo el proceso legal. Tuvimos que ir un par de veces a Bahía Blanca, entrevista con el juez, asistente social, psicólogos, psiquiatras, médicos. Para certificar que lo hacía de buena fe, que no estaba presionado, ni tenía una condición que me incitara a donarle el órgano a Nico. Tuvimos que comprobar todo eso, por suerte el juez lo entendió. Ahí empezamos con todo el proceso de análisis, para ver si era compatible”. 

¿En qué momento se enteraron que Jonatan era compatible? “La semana pasada”, responde el amigo que será donante de un riñón para Nicolás Waispek. “El miércoles pasado fui a Buenos Aires para hacerme el último estudio, que era para ver cuál de los dos riñones sacar y si estaba todo bien los otros órganos también. Y el viernes lo llaman al papá de Nico para avisarle que estaba todo bien. Yo estaba trabajando. Enseguida me llama Nicolás para darme la noticia. Yo cuando ví la llamada sabía que era algo de eso, y obviamente esperaba que estuviera todo bien. Me dice, ‘salió todo bien, el médico pregunta si estás de acuerdo en hacerlo el jueves 22’. Le respondí que ‘Ya quiero hacerlo, cuánto antes mejor’. Así que bueno, se dio”. 

Agrega Nicolás, “siempre esperamos la buena noticia. Con fe las cosas se dan. A veces tardan en llegar, pero se dan”.

Jonatan dice que tiene ansiedad porque llegue el momento de la intervención, “ansiedad por ver a un amigo vivir de mejor manera posible. Yo no puedo ver a un amigo, tres veces por semana, en diálisis cuatro horas. Para mí no es vida eso. Por eso tengo tanta ansiedad que esto se haga lo más pronto posible”.

¿Qué dicen las personas que lo quieren, los compañeros de trabajo? Responde Jonatan que “esa fue, por suerte, una de las cosas que me sorprendió: el total apoyo que tengo. De mi familia, de mi novia y después de los compañeros de trabajo, los amigos de la vida. Todos me dieron palabras de aliento. Eso me reconforta a mí y obviamente a la causa también. Estoy muy agradecido a toda la gente”.

Nicolás dice que “mis padres están muy aliviados ahora. Esperaban esta noticia, pero fue mucha lucha hasta que llegó. Hay que seguir hasta que las cosas se dan. En este momento felicidad y esperar que todo salga bien, que calculo que va ser así”.

Jony cierra la entrevista con un llamado a la solidaridad a la gente: “yo quiero, con esto, que la gente no tenga miedo a donar sus órganos. A veces está instalado un miedo, un rechazo a donar. Quiero pedirle a la gente que se informe, que se comprometa. A veces, con una simple donación de sangre, podes salvar una vida y hay mucha gente que no lo sabe. La decisión es individual, de cada uno. Yo quiero que este caso sirva para que la gente conozca y que, a través de esto, se salven muchas más vidas”.

La intervención será el jueves 22 en el Hospital Austral de Pilar.
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