2019-06-21

"Descubrí que hay más alegría en dar, que en recibir"

Una de las frases de Facundo Freire, pringlense integrante de la comunidad de Sant Egidio, al servicio de aquellos que pasan por situaciones o momentos difíciles. "El pan de la felicidad no se come solo, lo comemos juntos".

 


Facundo Freire conoció la Comunidad de Sant Egidio y hoy, con sus 24 años, ya hace ocho que pertenece a la misma con el objetivo de demostrar que todo puede cambiar, todo es posible con la fe y el amor en Jesús.

Estudió psicología en Bahía Blanca, lugar en el que realizó servicios en "Amigos por las calles" ayudando a personas en situaciones límites o con adicciones, tarea que también lleva a cabo actualmente en nuestra ciudad.

"En la Comunidad de Sant Egidio compartimos los almuerzos de navidad, nos sentamos a comer toda la familia, reunida por el Señor. Se vive así, en familia, donde no se distingue quién ayuda y quién es ayudado".

"En Bahía Blanca estudié psicología, y empecé en el servicio "amigos por las calles". Con una vianda como excusa, visitábamos y creábamos dialogo con personas (los llama "amigos") que Vivian en la estación de trenes, garita de colectivos, o en la Plaza del Sol limpiando vidrios o cuidando motos" cuenta Facundo. "Era como llevarles una luz en la semana oscura que ellos tienen, que conozcan a un amigo nuevo".

En dicho servicio hacían oraciones, y también ayudaban a los extranjeros que llegaban a aquella ciudad en busca de mejores condiciones de vida.
"Esta el caso de los venezolanos, por ejemplo. Llegaron el año pasado por la crisis que están viviendo en su país, así que les ayudábamos a conseguir trabajos. Son refugiados, para nosotros no son extranjeros sino nuevos ciudadanos y nuestra misión es incluirlos en esta sociedad".
Un aspecto interesante es la ayuda a aquellos que tienen adicciones, Facundo comenzó a acompañar a personas para internarse en la Fazenda de la Esperanza para rehabilitarse. Eso sucedió tanto en Bahía como en Pringles.

 

Un caso muy comentado en su momento fue la recuperación de un bahiense que vivía en la calle, Facundo con insistencia lo fue sacando de la adicción al alcohol (le llevaba agua todos los días), un día pudo llevarlo a su casa, también traerlo a Pringles y finalmente en la Fazenda se pudo recuperar.
"Recuerdo que insistí mucho, él estaba cerrado a todo, incluso a sí mismo" explicó el pringlense.

Además, Facundo cuenta que actualmente tiene amigos que hoy están presos, a quienes visita desde hace cinco años en el penal bahiense.

"Descubrí que hay más alegría en dar que en recibir. Esto es una vocación, a todos les tiene que llegar la alegría del evangelio, tocamos el corazón para que pueda haber más personas que puedan salvar sus vidas".

UN NUEVO LUGAR PARA
LA ESCUELA DE LA PAZ

La Escuela de la Paz -desde este sábado- comenzará a funcionar en la sede frente al Colegio Sagrado Corazón. Allí, se brindará el desayuno por la mañana para los niños.

"Estamos mudándonos a la nueva sede de Sant Egidio, es un espacio de diversión, donde se toma el desayuno los sábados a la mañana y los jóvenes por la paz son los amigos, los hermanos mayores de estos niños huérfanos de cariño, a pesar de tener madre y padre" explica Facundo.

Asisten niños de entre 6 a 11 años, algunos de barrios marginados, otros que pasan hambre, frio.
"Vamos a las escuelas desde hace 12 años, y hemos conocido a otros niños por distintos contactos, caminando la calle. Son niños con una historia de dolor".

La Escuela de la Paz les enseña a no vivir en la escuela de la violencia, se aprende a hacer amigos y soñar en grande.

"La sociedad es muy indiferente. Hoy veo una fractura en el tejido social, que hay que enmendarla con el hilo del amor y la aguja del evangelio.
Todos trabajan para la mesa de uno, no se piensa en el pan que se comparte. El pan de la felicidad no se come solo, lo comemos juntos" señaló.

"Nosotros tenemos las puertas abiertas para que todos puedan venir, que se animen a dar un paso y dejar atrás los prejuicios, los miedos, sentimientos y emociones que nos auto limitan.
Nos quedamos en ver nuestros propios límites en vez de ver más allá" continuó.

"La propuesta es que se sumen a este sueño, todo puede cambiar, todo es posible, no nos resignemos a soñar. Con fe en el amor de Jesús, que es un amor universal que no tiene límites" concluyó.

ROGELIO GÓMEZ - EL ORDEN

 

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