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“Nos salvamos 770 tripulantes, gracias al entrenamiento”

De 1093 personas a bordo del Crucero General Belgrano, lograron sobrevivir 770. Uno de ellos es Héctor Flores, quien estuvo presente en nuestra ciudad y dio detalles de lo que fue el abandono del buque.

14/09/2023
“Nos salvamos 770 tripulantes, gracias al entrenamiento”

Héctor Flores es ex combatiente, estuvo en el ARA General Belgrano como meteorólogo en el momento del impacto de los torpedos, y el abandono del buque. Estuvo hace unos días en el Museo de La Paloma, donde destacó el trabajo de Cristian Kurtz y Karina Lagleyze para sacar adelante este lugar y el recuerdo para los ex combatientes, además de contar sus experiencias.

 “Son encuentros muy especiales para nosotros. Tuve la oportunidad de recibir un trozo de madera que había pertenecido al Crucero, y haberme reencontrado con el Sub Oficial Barrionuevo, quien fue quien trató de convencer al Comandante para que salte a la balsa” contó, en La Voz del Orden.

 En cada balsa, como máximo se ubicaban 20 tripulantes y fueron 770 los que se salvaron. En el caso de Héctor y los restantes ocupantes de la balsa, sobrevivieron gracias a que el piloto de un avión con escaso combustible, solicitó unos minutos más para poder encontrarlos, y así fue, divisó unos puntitos naranjas en el agua, y los rescataron.

 En la charla brindada en La Paloma, habló sobre cómo el barco se va hundiendo, y qué pasaba con la gente que estaba trabajando en las cubiertas inferiores, quienes no tenían la posibilidad de acceder a las balsas.

 “Desde que empezamos a dar charlas, siempre sentí un compromiso para quienes no volvieron, y había cosas que no se contaban por respeto a los familiares. De hace algunos años a la fecha, dije: tenemos que contar todo lo de la gesta, para que tomen conocimiento de la crudeza de lo que significa la guerra”.

 A principios del 82, a Héctor lo envían como meteorólogo al Crucero Belgrano. En su segunda navegación, fue a la gesta de Malvinas.

“Solo a mi hermano y a un amigo les dije que me iba” recuerda.

 El Crucero, tiene cubierta principal, que sería como la planta baja de un edificio, después hay cubiertas superiores, y cubiertas inferiores.

Hacia abajo, tenía cuatro cubiertas, y en la del fondo se halla la propulsión, y también está la cubierta donde se guardan los explosivos (polvorín).

 En caso de hundimiento, o inconvenientes, hay tres puntos: el abandono del buque, que entre en ataque, o un siniestro, que se prenda fuego por ejemplo. Cada uno de ellos tiene su propio sonido de alarma.

 “En caso de abandono, tenían que ir a la balsa salvavidas, 20 personas por balsa. Pero previo a ello se realizan zafarranchos, prácticas, y si nos salvamos 770, fue gracias al entrenamiento” destacó.

 “En caso de hundimiento se cierran determinadas puertas en la cubierta principal. Del subsuelo (cubiertas inferiores) a cubierta principal, a partir de los dos minutos, no se iba a poder acceder, porque se cierran las puertas, se forman cámaras de aire y el buque tiene mayor flotabilidad para dar tiempo a las restantes personas para salvarse. Es decir, los del fondo, eran carne de cañón” explica.

 

“Por más que estés con un gran estado atlético, no logras subir en dos minutos, porque tenes que subir escaleras, correr 20-30 metros, subir otra escalera mas. Por lo tanto, se presume que se hundió gente que estaba con vida hasta ese momento”.

 

“ESTOY VIVO POR EL DESTINO”

 Héctor estaba en la sala de meteorología, dos cubiertas arriba de la principal, cuando escuchó la explosión que lo despidió de la butaca.

 “Estoy vivo por el destino. Siempre me pregunte por qué cambie mi horario de descanso y no estaba durmiendo” cuenta quien en ese momento, en plena oscuridad, bajó a la cubierta principal para saber qué era lo que estaba pasando.

 Cuando le comunicaron que dos torpedos habían impactado, subió a buscar equipos: “en una bolsa teníamos ropa de abrigo y unos suministros, yo era el responsable de llevarlos a la balsa. Y la otra bolsa contenía cartas de navegación”.

 

Cuando llegó a la balsa, entro en penúltimo lugar, pero siempre recuerda la tranquilidad y prolijidad para hacer bien las cosas en un momento crucial, eso les permitió salvarse, y fue gracias a los muchos entrenamientos.

 “La prolijidad con que se evacuó el Crucero, estaban todos esperando la orden de abandono. Eso por la excelencia y la preparación” cerró.

 Escuchá la nota completa en FM Ciudad Pringles

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 ROGELIO GÓMEZ – EL ORDEN

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