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ARTE

Esquinas pringlenses con historia: las pinturas de Luis Núñez

06/08/2020
Esquinas pringlenses con historia: las pinturas de Luis Núñez

El artista plástico Luis Núñez, quien realiza pinturas (arte realista) de paisajes y esquinas de los pueblos, tiene en su lista de colecciones pinturas relacionadas con nuestra ciudad. Aquí reflejamos tres de ellas.

 


Pucha con la ventolina, Se van las nubes, y Como herradura vieja, son obras de este gran artista plástico que es Luis Núñez, relacionadas con nuestra ciudad y que se pueden observar en Facebook (Luis Núñez Pintor).

PUCHA CON LA VENTOLINA
Pucha con la ventolina es un Acrílico sobre tela de 70x50 cm.

 

 

Allí se refleja un antiguo almacén local, ubicado en Belgrano y calle 17, que fuera atendido en su momento por Paulino Luarna. Está en diagonal a la antigua peluquería de Nardino Leoncaballo.
Una anécdota, aportada por Mirta A. Heredia: "Cuando era chica, allá por el año 1955/56, iba a comprar a lo de Paulino, las masitas de animalitos. Esas que eran gallinas, vacas, etc. Paulino las envolvía en un papel de estraza, color gris, y lo hacía en forma de empanada, con repulgue y todo. Vivíamos a una cuadra, más o menos. Para esa época, no recordando exactamente el nombre de la moneda que circulaba, con diez centavos, se compraban diez caramelos. También Paulino los envolvía de la misma manera".
Hoy están cerradas ambas esquinas. Sólo quedan los recuerdos entre esas paredes y en el corazón de los que por allí anduvieron...

 

SE VAN LAS NUBES

Es un Acrílico sobre Tela - 50x60 cm. Fue exhibida en el Restaurant Central de La Rural durante la Feria Agropecuaria.

 

 

"Las fotos en las que me basé para realizar la pintura me traen recuerdos muy especiales, ya que fue el último viaje que realizamos con mi Madre a su pueblo natal -cuenta Luis Núñez-. Había llovido mucho el día anterior y había muchos grandes charcos que no me permitieron tomar otras vistas".
"Queda exactamente en Belgrano y calle 17 y fue en su momento Almacén de Ramos Generales, luego allí funcionó la peluquería de Cabalo (parece que fue un hombre de poca paciencia para tratar niños!) para terminar como Despensa, atendida por Arturo Agopian hasta que cerró en 1987. La dueña falleció hace unos tres años y un hombre vive allí, guardando sus herramientas en el interior de la esquina".

"Los datos me llegaron en forma algo inusual -continúa-, me había puesto en contacto con Matías de FM Ciudad Pringles quienes vieron otras pinturas de su pueblo y propusieron hacerme un reportaje. Mirando su sitio, descubrí que, luego de un accidente de tránsito, una camioneta había terminado estrellándose contra el frente de esta esquina. Luego, en la nota, surgieron estos datos".

"Muchas de estas casas sufren el lógico deterioro del inexorable paso del tiempo, sus dueños han partido y están abandonadas, ruinosas, guardando recuerdos de alegrías y aún el humilde esplendor de otros tiempos. A veces, el saqueo, el abandono y algunos accidentes aceleran su ruina lo que me causa una profunda e inexplicable nostalgia.
Mientras pueda, trataré de imaginarme y retratar lo que pudo haber sido la vida en otros tiempos. Tiempos que no han de volver, como las nubes de la tormenta...."

 

COMO HERRADURA VIEJA

Acrílico de 60x50 cm: "La estructura básica del edificio ha sido respetada. Solo me tome la libertad artística de inventar las aberturas porque las originales no se veían y agregue carteles y faroles que no estaban".

 

 

"Si desean acercarme datos o historias de esas esquinas con mucho gusto los republicaré en mi sitio citando la fuente de la información. Mi madre dejó el pueblo al principio de los años 40, quizá mucha gente no la conozca, Beba Rindoni era de Pringles y su madre era Paulina Lesmi. Me sucede a menudo que, a través de las pinturas, la gente revive historias pasadas. Puede ser que sea porque intento retratar los edificios lo más fielmente posible" cerró.

 

"MIS COMIENZOS ARTISTICOS NO FUERON LOS HABITUALES"

Luis Núñez, en dialogo con Diario EL ORDEN, explicó que sus comienzos en la pintura fueron recién a los 27 años.

"Primero empecé a hacer pájaros, luego me contactaron con una pintora que me dijo como se trabajaba el acrílico, me dieron los materiales y ahí comencé -señaló-. Trabajo en acrílico, en plano, no sobre atril. Las veces que intente con oleo hice un enchastre porque apoyo las manos en la tela".

El artista vive actualmente en Floresta, Capital Federal, y las pinturas de casas antiguas tienen que ver con gusto propio.

"Tiene que ver con un gusto que tenia de chico, de restos de barcos y casas abandonadas. Yo pase de pintar pájaros a bodegones y ahí empezaron a aparecer ventanas, de ahí empecé a retratar esquinas".

Ya alentado por una de las galerías para las que trabajaba, empezó a retratar casas antiguas, esquinas bonaerenses; pero no todas le llaman la atención, sino solamente algunas quizá por los recuerdos de quienes vivieron allí.

Particularmente para las pinturas de Pringles, indicó "Mi madre vivió en Pringles en una vivienda de calle Stegmann 244, y mi abuelo era recibidor de granos, tenia excelente posición económica pero falleció joven, a los 38 años".
A partir de ello la abuela, madre y tía de Luis recalaron en Capital Federal.

"Mi madre siempre tuvo la infancia cortada. Se mantuvieron en contacto con Pringles por mi padrino Oscar Canabal, quien mantenía los papeles de la tumba de mi abuelo. Volvimos a ir a Pringles cuando yo tenía 17 años, ya no estaban muchos amigos y mi madre no quiso volver".

En 2012, la mamá de Luis sufrió un ACV, perdió el habla y expresó que quería regresar a nuestro pueblo.

"Quería volver a Pringles y allá fuimos. Nos alojamos en Ventana porque no conseguimos alojamiento en Pringles, nos recibió Sierra con un temporal muy intenso. Al otro día un temporal de viento cuando fuimos al cementerio, recorrimos el pueblo, fuimos a lo de su amiga de la infancia -a la que no encontramos- y aunque nos quedamos mas días en Ventana, mi madre no quiso volver a Pringles".
"Creo que volvimos para que ella se despidiera, y nos fuimos, ella estaba en paz. Mi madre falleció en 2015".

Núñez contó que su madre le contaba recuerdos de una chacra cerca de Quiñihual, de sus paseos en sulky, muchas cosas que hacían a su infancia.
"En la época que ella quería compartir esas cosas, yo no estaba receptivo y no estaba en pintura, cuando quise rescatar eso, ella comenzó con problemas de salud" reconoció.

Comentó la cantidad de comentarios de gente de Pringles al publicarse las fotos en Facebook, y que obras tal como las hace las vende, ya que es muy lento y tarda entre 20 a 30 días en finalizar cada una.

"En este momento no tengo ninguna obra disponible, todas han sido vendidas" explica.
Una de las obras de Pringles, estuvo en exhibición en el Restaurante de La Rural, a trabes de Arandu Talabartería.

ESQUINAS BONAERENSES

Pocos años atrás, comencé a retratar " casas viejas " sin saber muy bien por qué. Aparecieron asomándose tímidamente a través de pinturas de ventanas que miraban al campo.
Recuerdo que por esa época, un galerista me sugirió que abordara de lleno esta temática de Esquinas. Y así fue. Recorrimos pueblos cercanos a Capital buscando documentación, bastante antes de que muchos de ellos se convirtieran en polos gastronómicos o fueran declarados de interés turístico.

Viajes en transporte público con sabor a aventura, a veces corriendo el último colectivo que pasaba por algún pueblito casi olvidado ... Y allí afloraron sentimientos guardados en mí que desconocía, añoranzas de lugares y anécdotas de tiempos que no había vivido personalmente pero que allí estaban.

Los recuerdos de mi Madre de su Coronel Pringles natal, las salidas con mi padre a visitar parientes en un Valentín Alsina casi rural estaban ocultos en mi ser y allí comenzaron a salir, tamizados por mi imaginación, intentando recrear lo que ellos me contaron.
Anécdotas de una vida difícil pero simple, el tiempo estirándose lentamente, con almuerzos en familia y tardes de siesta, con vendedores ambulantes y puertas sin llave, con vecinos saludándose y con el saludo al desconocido, con noches estivales en la puerta de las casas, con chicos jugando y haciendo travesuras en las quintas , en las calles de tierra, en los arroyos, sin miedos. Otros tiempos...

Muchas construcciones antiguas aún se yerguen en los pueblos, algunas cercanas entre sí, algunas solitarias, sobrellevando como pueden el paso del tiempo que todo lo deteriora. A veces entramos en ellas. En silencio, con respeto aunque en la mayoría de los casos sólo queden las paredes. Los restos de pintura, alguna abertura desvencijada y corroída...

Muchas veces sentimos que algo está allí presente, algo intangible que no nos provoca temor. Quizás sea el alma de esas casas, quizás sea la energía de los recuerdos que allí moran, vaya uno a saber ...

Los tiempos han cambiado. En la gran Capital, el monstruo de cemento, la vida ha cambiado. Las casas viejas desaparecen con todo su arte, con todos sus recuerdos para ser reemplazadas por otras construcciones modernas, demasiado vidrio y metal y nada de molduras ni fantasía, nada de Arte ...

Hoy se ven pocos chicos jugando, nos miramos con desconfianza sin casi saludarnos, nos protegemos con rejas y tres cerraduras, el vértigo de la vida moderna nos ha pasado por encima, deshumanizándonos, a veces sacando lo peor de nosotros... Por suerte, aún quedan retazos de otros tiempos en algunos pueblos, cuando se templa una guitarra en algún bar perdido, cuando un pueblerino nos saluda sin habernos visto antes, cuando uno evoca otro tiempo al ver chicos andando en bicicleta despreocupados, sin miedo ... Intento, por todo esto que pienso y siento, retratar lo que mi corazón y mi imaginación me sugieren al ver estas casas viejas. Hasta que el cuerpo aguante ...
ROGELIO GÓMEZ - EL ORDEN

 

 

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