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“Dios va acomodando todas las cosas”.

Braian Fernández es un joven pringlense que eligió el camino de la vocación religiosa y el sábado 4 de febrero hará sus primeros votos.

28/01/2023
“Dios va acomodando todas las cosas”.
Escuchar hoy en día que un joven, sea varón o mujer, opta por entregar su vida a Dios y a la Iglesia no entra en los estándares que la sociedad actual (nos) impone. Podríamos decir que es algo anticultural porque no forma parte de la cultura dentro de la sociedad actual.

Sin embargo, y gracias a Dios (aunque algunos no le ven así) todavía hay jóvenes que escuchan ese llamado que Dios les hace y le responde con un Sí. Una respuesta que es tan libre como la libertad que Dios nos da.

Pero volviendo a Braian, muchos lo conocen como el Francés y de adolescente supo defender el arco del Club de Pelota, nos contó que desde hace unos años se está formando en la Congregación Salesiana (orden religiosa fundada por Don Bosco) y que “ahora elegí la vocación como sacerdote salesiano” porque dentro de la vida consagrada en la orden salesiana “nosotros podemos elegir ser hermano coadjutor, es decir, ser un consagrado que profesa los tres votos de obediencia, pobreza y castidad, pero sin llegar a ser sacerdote, como el caso de Don Zatti, canonizado recientemente; o ser sacerdote”.

Braian optó por esta última opción y el 4 de febrero, en Junín de los Andes, realizará sus votos de castidad, obediencia y pobreza que “los renovaré cada año hasta que termine el pos noviciado que son cuatro años de estudio de la filosofía”,  formación que la realizará en Córdoba Capital.

El pos noviciado comprende también hacer tareas de “apostolados los fines de semana  en distintos barrios de Córdoba, o en Alta Gracia, en lugares que son fuera de Córdoba capital donde hay comunidades salesianas o parroquias diocesanas atendidas por sacerdotes salesianos”, explicó a El Orden el joven pringlense.

 

Dios atraviesa nuestra historia.

El 2022 fue de noviciado y Braian lo definió como “un retiro de un año, por así decirlo. Se basa mucho en tu historia personal donde hacés un repaso desde que naciste hasta ahora y cómo como Dios va atravesando nuestra historia. Ves cosas de tu vida, de lo que has estudiado, de lo que has intentado, de lo que no te ha salido. Y en ese repaso vas viendo como Dios fue acompañando todo ese proceso para el cual hoy estás donde estás. ¿Para qué? Para que después, con el correr de los meses y a fin de año, puedas tomar una decisión y decir bueno, yo siento que Dios me llama a la vida consagrada, siento que yo le puedo responder en plenitud de la vida consagrada o no, porque puede ser no también. Para eso es necesario todo este repaso de tu historia, de donde nace tu vocación, de tus inquietudes en los grupos que te formaron, tu familia, tus amigos y todos los vínculos que atravesaron tu vida de los buenos y los malos”, aseguró.

 

Para este joven, el 2022 fue un año intenso también en lo personal. “Todo fue ayudando a que hoy esté queriendo dar este paso muy, muy feliz; muy acompañado también por toda mi familia, mis amistades, personas conocidas.

Braian tomo “este camino en serio en el 2018” aunque en el 2012, en un retiro para jóvenes, el testimonio del P. Alejandro Guidobaldi encendió la mecha. Luego se confesó con el P. Roberto Buckle a quien le dijo de esta inquietud. Aunque el P.
Roberto se ofreció acompañarlo en este discernimiento. “Cuando él se quiso contactar conmigo para hacer un acompañamiento, yo nunca le contesté el mensaje y nada. Y bueno, entonces pasé toda mi adolescencia y como cualquier adolescente de esa edad, con mis amigos, teniendo novia, muy feliz digamos”, relata con una sonrisa Braian.

 

Aparecen las dudas.

El 2018, Braian estaba estudiando Educación Física en La Plata, comenzó a concurrir a un grupo de jóvenes que hacía una tarea pastoral en un barrio de esa ciudad. “Y empecé como a tener dudas. Me daba cuenta que pasaba todo el tiempo en la parroquia y en el barrio y que cada vez le daba menos bolilla al estudio”, aseguró.

Asimismo recordó que cuando estudiaba en Pringles “la escuela no la pasé tan rápido, digamos que me quedé algunos años para volverla a experimentar. Y bueno, estaba en otra totalmente”, confiesa con risas.

Volviendo a su etapa en La Plata, contó que “no quería estudiar más. Estaba de novio hacía tres años y estaba muy feliz también. Trabajaba de lo que me gustaba, había como muchas cosas acomodadas y como muchos proyectos; pero apareció otra vez esta pregunta. Me acuerdo que volvía en colectivo del Oratorio y pensaba ¿qué quiero hacer? ¿trabajo social? como para estar más vinculado en la barriada. Y me volvió esa pregunta: ¿no querrá Dios que seas sacerdote?”

La pregunta machacaba su cabeza. Llegó el Encuentro Nacional de Jóvenes en Rosario. “Yo en ese momento charlaba mucho con Dios, decía a Dios bueno si vos querés que yo haga esto, que me toque con algún seminarista. Y en el grupo en el que nos dividieron me tocó con Zacarías Nievas, un seminarista de Punta Alta que no conocía. Y sutilmente le iba  preguntando. Creo que lo maté a preguntas”..

 

En Rosario vivió otra “señal”. “Había un playón de 25 curas para confesar. Había dos que me llamaron la atención porque eran jóvenes. Quería que me toque con alguno de ellos dos. Todos estábamos en una sola fila y cuando es mi turno me toca con uno de los que yo quería. Y me acerco riendo y me dice de que te reis. Le digo no me vengo confesar, creo que quiero ser cura le dije. Y, bueno, le conté”.

Un sacerdote salesiano de La Plata lo acompañó durante ese tiempo. El paso siguiente era contarle a su mamá que “no quería estudiar más y empezar a cortar estos vínculos, que también me ataba a esta decisión para poder pensarla bien. No quería herir a nadie. Mientras le contaba a mamá lloré mucho porque era una desilusión, en el sentido de que fue mucho esfuerzo que hicimos para que yo me vaya a estudiar”.

 

Las mamás todo lo saben.

Sin embargo “mi mamá me sorprendió porque cuando yo viajo a Pringles, había llegado como a las cinco y media de la mañana, ella me estaba esperando despierta. Lo primero que hice fue pedirle perdón porque no quiero estudiar más. Y ella me dice ¿y qué va a hacer? No sé, le respondí. Y esas cosas que tienen las madres me dice ¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Vos querés ser cura, no?. Entre lágrimas y risas le dije es lo que quiero probar. Y ahí empecé un acompañamiento con Carlitos, que es un sacerdote salesiano de Bahía.

Cuando Braian les contó de esta decisión a sus amigos no les llamó la atención. “Para el afuera había algo que veían que yo no me daba cuenta, y sí vivis en la parroquia, obvio que ibas a ser cura”, fue lo que le dijeron.

Este camino que Braian comenzó a transitar incluyó diferentes etapas necesarias para ir madurando en su formación y asegurar que “hoy voy viendo cómo Dios va acomodando todas las cosas”.

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